Mauricio Leyva

El segundo sexo

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Por lo tanto conviene tomar partido hoy día por la mujer, a la espera de que se le devuelva en la vida, su verdadero valor, ha llegado la hora de pronunciarse en el arte, sin equívocos, a favor de la mujer y en contra del hombre.

Beauvoir, Simone.

La mujer estudiada por la mujer, constituye la voz más profunda sobre el género. Desarrollar un análisis sobre ella, su pensamiento y su visión, resulta una empresa compleja pues habría que iniciar por comprender lo incomprensible ¿por qué se le sigue estigmatizando?, ¿por qué sigue padeciendo el chaleco de fuerza de los estereotipos cuando ha demostrado la trascendencia de sí misma? Tal vez en la pregunta está también la respuesta, pero la cuestión aquí planteada ha sido discutida por las mujeres mismas y por sus principales exponentes entre las cuales destaca Simone de Beauvoir, quien desde su visión ha construido parte importante del pensamiento contemporáneo sobre la mujer.

El segundo sexo fue escrito en 1949 por Simone de Beauvoir con gran éxito y reconocimiento. La filosofía en torno a la mujer efectuada por la autora nos ayuda a dilucidar el rededor de los perfiles que se crean sobre lo femenino. En el libro, la mujer se cumple en el amor y en el amor es realmente alcanzada, se lee en una de las líneas cuando en algún momento del ensayo al evocar a Breton y su esencia amorosa, se detiene al estimar a la mujer.

Simone de Beauvoir extiende su vuelo literario con Breton y la forma en la cual la representa en sus libros. Entre Clauder también y Montherlant, notamos que la mujer es vista como elemento erótico de perturbación, una perturbación enigmática que plantea misterios inasibles para el hombre. En la proyección de estos autores, la mujer prácticamente forma parte del todo, pero no es el todo porque justamente ese todo es el que la construye, es decir, lo femenino es una construcción social que obedece y responde a un esquema hecho por los hombres y, por ende, lo femenino es visto desde lo masculino lo cual limita y pone cortapisas a la auténtica libertad.

Uno de los aspectos interesantes es el contraste de las visiones que los hombres tienen de la mujer misma, el retrato de los rostros de las féminas de Stendhal, quien se distingue por haberlas “vivido” lo mismo que haberlas amado, configuran la mirada de un ser que reconoce la igualdad de la condición humana “hay pedantes que nos repiten desde hace dos mil años, que las mujeres tienen un espíritu más vivo y los hombres más sólido”, cuestiona Stendhal. Es inevitable con ello entender que la mujer se construye socialmente a partir de las creencias establecidas por el mito literario:

Denota estrechez de miras por parte de sus semejantes más privilegiados el decir que deberían limitarse a hacer postres y hacer calcetines, a tocar el piano y bordar bolsos. Es necio condenarlas o burlarse de ellas cuando tratan de hacer algo más o aprender más cosas de las que la costumbre ha declarado necesarias para su sexo, Beauvoir, Simone.

Con este tipo de análisis la literatura se convierte en revelación, compromiso y revolución, lo femenino adquiere otro matiz desde la voz de quien lo afirma. La empatía está con quien le reconoce su fortaleza y capacidades: la mujer vale tanto o más que el hombre o el universo masculino mismo. Por ello, leer El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, se hace necesario en la actualidad en donde somos actores vivos de un intenso movimiento por la defensa de los derechos de la mujer.