Mónica Argamasilla

La creación de personajes

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Los personajes son aquellos que por medio de sus acciones y pensamientos, llevan el peso de la historia dentro de una novela o cuento. Los personajes cobran una dimensión real cuando los hacemos nuestros, cuando el lector se involucra en la historia y permitimos que se cuelen dentro de nuestro pensamiento e incluso en nuestro corazón.

Cuando un autor decide contar una historia, debe pensar en la trama, el tiempo, el espacio, el narrador y en los personales. Estos se van creando dependiendo del tipo de historia, si quieren que los personajes sean redondos (que vayan creciendo dentro de la historia, que la trama los obligue a transformarse), o si serán personajes planos (aquellos que no sufren modificación en su actitud y crecimiento en la trama), o si serán personajes arquetipos (aquellos que representan o simbolizan algo que tiene relevancia dentro de la historia).

La psicología le regaló a la literatura la capacidad de inventar personajes que se explican por medio de su complejidad. Personajes que por medio de la retrospección –viaje al pasado–, van contando acerca de su niñez, su familia, los eventos que los marcaron, para que los lectores puedan entenderlos y empatizar con ellos. Un personaje redondo, debe ser un personaje creíble, con ilusiones y heridas que los van marcando. Estos son el tipo de personaje que se va metiendo dentro de la mente del lector, que no deja de pensar en su pasado, en lo que ha vivido y en lo que lo impulsa a actuar. La cercanía del lector con este tipo de personaje es vital en nuestra lectura, lo podemos amar u odiar, pero lo importante es que cause alguna reacción dentro de nosotros.

Los personajes arquetipos suelen utilizarse para dar alguna lección, ya que son el símbolo de algo. El villano que no conoce el bien y al final siempre recibe un castigo acorde con sus acciones, o el héroe que es valiente y generoso y termina dando lecciones tanto a los antagonistas como a los mismos lectores. En el mundo actual, tan complejo y movido, estos personajes suelen ser poco creíbles, la literatura moderna suele apostar por personajes complejos, con un mundo interior rico, que invite al lector a explorar.

En realidad, crear un personaje literario es muy complejo. El autor tiene que pensar en él como un ser humano de carne y hueso. Debe imaginar desde su parte física hasta la intelectual, y para eso debe sustentarlo con descripciones creíbles para el lector, ubicándolo correctamente dentro de su espacio y ámbito (una coherencia entre la época en que se esta narrando, el sexo, el grado de educación, su lenguaje), y todo esto acompañado de acciones que vayan de la mano y complementen aquello que se ha descrito.

A los personajes los conocemos de tres formas, con la presentación que hace el narrador –aquel que nos habla de su parte física y de sus características principales, incluso de su pasado y de sus pensamientos–, también los conocemos por lo que el personaje dice de sí mismo por medio de sus acciones y diálogos, incluso de sus pensamientos o monólogos interiores, (ellos nos dejan conocer tanto como el autor les permite). La tercera forma es por medio de la percepción que otros personajes tienen de él, lo que nos termina dando a los lectores una visión real del personaje, (ya que si sólo nos basaremos en sus propios pensamientos, estaríamos siendo manipulados por él, perderíamos una objetividad que nos permita verlo desde lejos). La opinión que otros tienen de él, nos ayuda a tener nuestra propia percepción que varía de lector en lector.

Por último, la parte más importante, es la que nos habla a cada uno de nosotros, es decir, qué pensamos de él, lo que nos gusta o nos disgusta, aquello que nos hace crecer, o nos enoja, o nos hace sentir empatía. Al final, lo más importante es aquella huella que deja en nosotros.