Siempre nos hemos referido al agua como “el líquido vital”, pero hoy no sólo se trata de la necesidad de su consumo para seguir viviendo, pues ante su escasez, el agua se ha convertido en el recurso más codiciado, para beber, comprar, vender o robar.
El agua es un negocio que alcanza ganancias de 162 mil pesos mensuales en zonas del centro del país, de acuerdo a una investigación periodística realizada entre el diario El Economista y la plataforma CONNECTAS.
Sólo entre 2019 y septiembre del 2022, se habían detectado 131 mil 603 tomas clandestinas en ductos de agua públicos, en 239 municipios de México.
Pero como en tantos delitos en México, la impunidad es la más fiel acompañante.
En ese periodo se registraron 96 carpetas de investigación en las fiscalías de ocho entidades, pero hasta hoy no existe información de alguna sentencia al respecto.
Aguascalientes, el Estado de México y Nayarit son los estados en los que más incidentes se han contabilizado, donde el robo se comete a plena luz del día, sin siquiera tener que recurrir a la clandestinidad.
En Ecatepec, Estado de México, los contrabandistas de agua hacen fila para llenar las pipas en las tomas ilegales y la venden dentro de las mismas colonias.
El reporte “Huachicoleros del agua” evidenció cómo el llenado de estos vehículos ha sido incluso captado por las famosas cámaras 360, que se utilizan para hacer los mapas digitales (Google Maps).
Son cerca de mil 100 pesos los que una familia debe pagar por cada pipa de 6 mil u 8 mil litros, por lo que la “coperacha” entre vecinos se ha vuelto habitual.
En noviembre pasado el Consejo Consultivo del Agua, advirtió que la escasez hídrica que se vive en México se ha convertido ya en un tema de seguridad nacional.
Y es que el más reciente informe de Global Witness (publicado en septiembre de 2023), ubica a nuestro país como el tercero más letal para las personas defensoras del ambiente y el territorio.
El año pasado fueron 72 las muertes de defensores del agua, lo que significa que las víctimas se triplicaron en comparación de los 24 que murieron en 2022.
Una de las muertes más sonadas fue la de Álvaro Arvizu Aguiñiga en junio de 2023. Era defensor del agua en el Estado de México y fue atacado por un grupo armado en la sede del colectivo ambientalista Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa, en Tlalmanalco, una zona conocida por estar permanentemente acechada por el crimen organizado.
Esta misma semana, Andrés Andrade Téllez, secretario de Seguridad del Estado de México, confirmó que del 1 de enero del 2023 al 2 de febrero de este 2024, se registraron 238 protestas en 43 municipios por la falta de agua, lo que por supuesto engorda el negocio de los huachicoleros hídricos.
Pero el impacto del desabasto no sólo es para ciudadanos, el Consejo de Cámaras y Asociaciones Empresariales del Estado de México reveló que la escasez ya afecta de manera grave al 65% de las empresas en la entidad.
Por su parte la Ciudad de México enfrenta continuos cierres en el Sistema Cutzamala y los delincuentes llevan “agua para su molino” con esta situación.
Sacmex ha contabilizado 124 tomas clandestinas en casi seis años, siendo las alcaldías Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo y Tlalpan las demarcaciones más afectadas por estos delitos.
Y aunque están abiertas más de 20 carpetas de investigación al respecto, no se sabe de ninguna consecuencia evidente, es decir no hay ninguna persona vinculada a proceso por el delito de robo de agua y venta ilegal.
Desafortunadamente no es un asunto que se va a resolver con la lluvia, porque aunque llueva a cántaros, el almacenamiento de las 210 principales presas del país se mantuvo en 50 por ciento de su capacidad total en los últimos días, según datos de la Comisión Nacional del Agua, y ni un diluvio alcanzaría para alcanzar los niveles.
El problema de la escasez de agua es mundial y ya afecta a dos mil 400 millones de personas, según la ONU en México.
Lo muy malo, es que en nuestro país pareciera que todos los caminos llevan a la delincuencia y en este caso, el crimen organizado ahora hace de la falta de agua uno más de sus tentáculos, en un terreno llano ante autoridades lentas, rebasadas e ineficaces.