Lápidas para ellas. Privilegios para sus asesinos. Es Michoacán

GENTE COMO UNO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: Imagen: La Razón de México

Esta semana, como parte de la preparación de un programa en el que abordaré el tema del feminicidio, me reuní con Verónica Villaseñor Ferreyra, madre de Jessica González Villaseñor, la joven de 21 años que fue víctima de feminicidio, en aquel mediático caso ocurrido en septiembre de 2020 en Morelia, Michoacán.

Jessica González Villaseñor, antes de ser asesinada por el feminicida Diego Urik Mañón Melgoza.
Jessica González Villaseñor, antes de ser asesinada por el feminicida Diego Urik Mañón Melgoza. ı Foto: Especial

Diego Urik Mañón Melgoza, asesino de Jessica, fue sentenciado en febrero pasado a 50 años de cárcel, pero eso no resulta suficiente para la familia de la joven maestra del Colegio Salesiano Anáhuac, porque él no actuó solo.

La madre llegó a nuestra cita cargando dos folders amarillos y una gruesa carpeta blanca, con mucha información y sobrecogedoras fotografías, recopilada por ella, sobre la muerte de su hija.

Sola ha reunido más pruebas, sobre todas las personas que incurrieron en el delito de encubrimiento de este feminicidio, ocurrido en uno de los fraccionamientos más lujosos de Morelia.

Verónica ya vive amenazada por no conformarse y continuar su cruzada para encontrar justicia. Pero cuando le pregunté si no tenía miedo, rápida y fría me respondió: “¿Miedo de qué? Yo ya estoy muerta por dentro.

Esta madre busca un castigo ejemplar para cada uno de los encubridores del asesinato de su hija, que se encuentran libres.

Y en sentido estricto tendría razón, considerando que si existe una red de más de 10 personas encubriendo un asesinato, estamos hablando ya de crimen organizado, figura legal que no se ha considerado en este caso.

Y es que el delito de encubrimiento, tiene una pena máxima de 5 años de cárcel, que se puede librar pagando una fianza.

“Y yo los quiero a todos en la cárcel” me dijo esta madre desolada y legalmente desamparada.

“¿Cómo parar de gritar cuando a Jessi no le dieron ni un segundo de su vida para poderse defender? Estoy a un mes de cumplir 3 años y él (Diego Urik Mañón) tiene todas las oportunidades para poder seguirse defendiendo”.

Verónica Villaseñor asegura que el asesino de su hija, goza de privilegios al interior del penal donde se encuentra, que le brindan las propias autoridades.

“El coordinador de los Ceresos (Ignacio Mendoza) dijo, ‘a ver, momento, él es un ser humano que si quieren caviar y puede pagarlo, yo no le puedo decir que no’… ¿Cómo puedes quedarte callada cuando ves una declaración de esas?” me dijo.

“Tiene entre otras cosas, visitas conyugales, acceso a un teléfono, internet, sus redes sociales abiertas. ¿Por qué un ser humano que comete un delito de estos, no pierde muchos más derechos?” se pregunta Verónica con los ojos inyectados de ira.

La defensa del feminicida, apeló la sentencia en abril pasado, recurriendo a todos sus medios para retrasar el cumplimiento de la pena.

45 días era el periodo más largo que podrían obtener y mientras yo me encontraba reunida con la madre de la víctima, recibió en su celular la notificación para la próxima audiencia, con fecha hasta el 24 de octubre.

Tristemente, ninguna prisa le corre a la justicia michoacana cuando de un feminicidio se trata. Para las víctimas indirectas serán dos meses más de agonía y con ello, vuelven a ser unas víctimas.

El feminicidio sigue siendo una de las heridas más dolorosas de México y curiosamente, ninguno de los aspirantes a la Presidencia de la República lo ha mencionado en sus alegóricas giras por el país.

Ninguno ha incluido en sus promesas de “un México mejor”, a los desaparecidos o las familias buscadoras. Nadie ha mencionado una sola propuesta para tantos jóvenes que hoy, en lugar de estar en la escuela, están buscando a sus hermanas, a sus novias, a sus madres, sin una sola autoridad a su lado.

Para Verónica, la deuda del gobierno con ella es impagable y sobre todo la del Congreso. Verónica ha estudiado cada ley, cada artículo, buscando armas para ganar justicia por la espantosa muerte de su hija.

“Tenemos leyes estúpidas… me quedan a deber. Él va a cumplir tres años defendiéndose y toda esa red que lo ayudó y que todavía lo está protegiendo, no tiene ningún castigo”.

“Eso es lo que quiero que el Congreso entienda, que esas leyes están creadas para hacer una red de protección para ellos, los asesinos” me dijo desconsolada, una madre más que encontró a su hija muerta y muchos obstáculos para hacerle justicia.

Antes de salir rumbo a la central de autobuses, Verónica abrió su bolso y sacó una playera blanca que lleva impresa la imagen de Jessica y una leyenda que clama justicia en letras moradas.

Me la regaló y antes de separarnos sólo me dijo, “mi límite es hacer lo que tengo que hacer”…

¿Y las autoridades? ¿Cuándo se decidirán a hacer lo que tienen que hacer ?…

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