Hace algunas semanas lancé en mi canal de YouTube, en El Nido de la Garza, una entrevista con el aún canciller Marcelo Ebrard, hoy más aspirante que nunca a la Presidencia de México.
Y es que hace exactamente 11 años
—incluso en el mismo mes— hicimos una entrevista del mismo perfil (para Historias Engarzadas) siendo él jefe de gobierno de la CDMX y aspirando también a la Presidencia de la República.
Ebrard me dice hoy que tengo “datos inexactos” —mas no equivocados—, sobre el resultado de aquella encuesta que hizo la izquierda mexicana en 2011, para elegir a su candidato a la Presidencia.
Aquel resultado no le favoreció tanto a AMLO como cuenta la “historia oficial” y Ebrard resultó quedar mucho mejor posicionado de lo que todos hubieran esperado.
Sin embargo, el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, decidió ceder la victoria completa al entonces líder del PRD, sobre todo por evitar una ruptura que consideró potencialmente trágica al interior de una izquierda mexicana, que de todos modos sería derrotada.
Lo que vino para Marcelo Ebrard después del Gobierno del Distrito Federal, fue un largo exilio en el extranjero, en una incertidumbre legal que le impidió por mucho tiempo garantizar su libertad, así como un retorno exento de persecución legal, política y social.
Pero como dicen en mi tierra, hay quien “jodido, cae parado” y Marcelo Ebrard prueba ser de esos. Y más que la suerte, fue la regla de oro en el ejercicio de la justicia: Pesa más lo que pueda demostrarse.
Y Marcelo volvió con más fuerza.
Para 2018, AMLO tenía el triunfo cantado meses antes de la elección, por dentro y por fuera de su movimiento.
De hecho, el verdadero movimiento telúrico era dentro de los partidos de oposición, ante la inminente y aplastante derrota que les esperaba, como en una Visión de los Vencidos.
López Obrador como cada presidente entrante, tendría que pagar las facturas de alta lealtad a quienes incondicionalmente le ayudaron a llegar a Palacio Nacional y Ebrard estaba en la lista.
El entonces recién repatriado, fue llamado a colaborar en el gabinete de la 4T, pero no como secretario de Gobernación —como él siempre había soñado—.
Y qué bueno por él, porque ese cargo suele ser el amuleto de mala suerte para todo aquel que aspira a la Presidencia de la República y a la historia me remito.
Le tocó entonces la flamante Cancillería y con su estratégica manera de hacer política, desde ahí pudo operar dentro y fuera de México para sus aspiraciones futuras.
Hasta la pandemia del Covid-19 jugó a su favor, con su negociación para obtener vacunas, maniobrando muy por encima de la torpe y asesina gestión del subecretario de Salud, Hugo Lopez Gatell.
La relación entre AMLO y Ebrard tiene claroscuros y data de décadas atrás. El liderazgo de López Obrador siempre ha sido un referente para Ebrard, pero hoy el disciplinado respeto a los tiempos políticos ha llegado a su fin.
“El timing humano es finito” advierte Ebrard en su más reciente libro.
“Yo no tendría problema con el resultado de la encuesta, si es una encuesta que aceptemos todos…” me dijo en la entrevista el aún canciller, y pues “ahí está el detalle”, como diría Cantinflas.
Esta semana vimos que hay unos más “disciplinados” que otros y unos más apurados que otros para empezar a moverse de lugar, y quizá de partido. Pero ¿Cuándo? y ¿Hacia dónde ?, son las grandes incógnitas.
¿Cuánto ganó Ebrard como ficha, con el triunfo de Morena en el Estado de México? ¿Cuánto vale hoy esa ficha? y ¿quién está más dispuesto a pagar por ella? ¿Una oposición completamente desarticulada? o ¿Morena?
¿Hará Morena una apuesta de alta política o de simples lealtades? Porque ante ese escenario esta semana Marcelo Ebrard ya ganó su primera batalla, al conseguir la renuncia de casi todas las corcholatas…
Esta semana se vio tenso al Presidente López Obrador en las mañaneras, muy abiertos los ojos en el Senado mexicano, muy inmóvil la oposición arrastrando sus torpezas de la semana pasada y a un Marcelo Ebrard muy sonriente y relajado, tomándose muchas fotos en sus últimos eventos como secretario de Relaciones Exteriores, entre jóvenes y empresarios de altos vuelos.
No, Marcelo Ebrard no da señas de volver a ceder. Todo lo contrario, a cada paso que da, confirma que no permitirá que se repita la historia; una historia que la que escribe, sin querer, llevo 11 años engarzando…