Basta de “abracitos”a las mamás de los narcos

GENTE COMO UNO

Mónica Garza&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Mónica Garza *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Ya nos quedó muy claro que el gobierno de los Estados Unidos ya vio algo que el Gobierno de México no ve —o no ha querido ver—, en su “lucha” contra el crimen organizado y no están dispuestos a tolerarlo.

Que El Chapo Guzmán esté en una cárcel de alta seguridad en los Estados Unidos, no es suficiente para los norteamericanos, quienes ven su poderío activo a través de una dinastía que vive al amparo de quien sabe qué fuerzas y qué órdenes, que les dan invisibilidad y una inmunidad que les ha sido suficiente para librar a la autoridad, por muchos muertitos que carguen en la cajuela.

5 millones de dólares ofrece como recompensa el gobierno de Joe Biden por información que lleve a la localización y captura de los hijos de Joaquín Guzmán Loera: Ovidio Guzmán López, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, alias Chapito, Jesús Alfredo Guzmán Salazar y Joaquín Guzmán López considerados “de alto rango del Cártel de Sinaloa”, junto con otros cabecillas de esa organización criminal que también incluye la Orden Ejecutiva, como el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel del Golfo, los Beltrán Leyva y los Zetas, quienes han controlado el tráfico ilegal en el norte de México.

“Si están en territorio nacional, a quien corresponde detenerlos es a la autoridad nuestra, no se permite que ninguna fuerza extranjera actúe en esta materia, ni en ninguna otra, en nuestro territorio”, respondió el Presidente el jueves en su mañanera, pero al gobierno estadounidense eso no parece importarle, pues su operación de inteligencia ya lleva meses en territorio mexicano.

“Nosotros somos los que tenemos que hacer nuestro trabajo de acuerdo también a las investigaciones que se llevan a cabo en México”, dijo también Andrés Manuel López Obrador, aunque dichas investigaciones no hayan arrojado información ni resultados, desde que decidió dejar libre a Ovidio Guzmán en aquel operativo exitoso pero fallido en octubre de 2019.

“Si hicimos bien o hicimos mal, ya la historia lo dirá. Yo fui el que tomé la decisión de parar el operativo”, dijo López Obrador y no se equivoca, sin duda la historia lo juzgará, aunque el Gobierno de Joe Biden parece querer adelantarse.

Y es que la acción ocurre en un momento clave, a solo unos días de haberse firmado el Entendimiento Bicentenario que sustituye a la Iniciativa Mérida, estancada, y en la que el gobierno de Estados Unidos invirtió 3 mil millones de dólares, evidentemente sin los frutos esperados. Llegó el momento de cobrar.

Ovidio Guzmán, durante su detención en 2019.
Ovidio Guzmán, durante su detención en 2019.

El mensaje de Joe Biden es contundente: va en serio en su lucha contra el narcotráfico. Aunque la noticia centró la atención en los descendientes del líder del Cártel de Sinaloa, la orden Ejecutiva incluye la congelación de cuentas de varios personajes relacionados con Los Rojos y los Guerreros Unidos, así como un empresario de origen chino señalado de tráfico de fentanilo, que es la sustancia que más muertos ha dejado en la nación norteamericana (100 mil aproximadamente), por lo que ya es considerado un asunto de seguridad nacional.

Desde que Ovidio Guzmán quedó libre, hace dos años, no se sabe de ninguna investigación formal sobre su persona, su paradero o sus actividades, la orden de aprehensión en su contra es con fines de extradición, no por un asunto que se esté investigando en nuestro país.

Lo que sí hay son 107 mil muertos a causa de la violencia en los 3 años de la presente administración y reacciones completamente diferentes ante los protagonistas del crimen organizado.

La postura estadounidense sobre la delincuencia organizada en México, exhibe la ineficacia de la inteligencia mexicana, y lo que es peor, que su socio norteamericano ya no le tiene confianza y eso de la “violación flagrante a nuestra soberanía” parece importarles ya muy poco, o nada.

No es ningún secreto que en los últimos días se entregaron permisos y licencias a directivos y agentes de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos, la DEA, para operar en territorio mexicano en labores contra el crimen organizado, el narcotráfico y el tráfico ilícito de armas que terminan en manos de grupos criminales.

Desde la firma del Entendimiento Bicentenario, el gobierno mexicano sabía que la respuesta de Estados Unidos sería directa, por los que sus acciones no deberían ser menos firmes, porque México ya no es solo un país de tráfico, también es uno de consumo y de muertes por sobredosis, todos los días, aunque nadie quiera contarlas…

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Eduardo Nateras