Mónica Garza

La niña de Tonalá retrató al México enfermo

GENTE COMO UNO

Mónica Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Garza
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La salud mental en México vive uno de sus peores momentos de profesionalización y presupuesto asignado, lo que ha decantado en escenarios tan imperdonables como el ocurrido esta semana en Tonalá, Jalisco, donde una menor de 11 años que se encontraba en un “centro de rehabilitación”, fue rociada con alcohol y atacada con descargas eléctricas para “controlarle” una crisis de ansiedad. 

Todos los involucrados en este hecho deberían estar en la cárcel ¡ya!, porque nada justifica la acción, que no fue otra cosa que un acto de tortura, a una niña en total vulnerabilidad.

¿Qué pasa en el estado de Jalisco que la violencia contra las mujeres, de diferentes maneras y de todas edades, resulta ya tan estridente?

Porque fue ahí también donde también murió Luz Raquel Padilla víctima de las llamas y de la burocracia, que ignoró sus denuncias de violencia hasta que perdió la vida; es ahí en Jalisco donde Ángela María Barba Asencio denunció abuso infantil y de influencias por parte de su expareja, Ángel Ulises Preciado, que mantiene retenido a su hijo y cuya denuncia fue considerada por el gobernador Enrique Alfaro, como un intento de generar “un problema de carácter político”.

¿Se habrá dado cuenta el mandatario estatal de la brutal violencia de su comentario, que directamente golpea además a otras víctimas en situaciones similares?…

Pues en Jalisco se encuentra el albergue “Casa de vida, camino a la fortaleza” al que ingresó el pasado 30 de junio, una niña de 11 años con un cuadro de ansiedad, depresión y episodios de epilepsia.

Su familia la internó ahí para que recibiera un tratamiento de contención, porque había amenazado con suicidarse, y lo que recibió en dicho lugar fueron descargas eléctricas que quemaron el 13 por ciento de su cuerpo, en abdomen, tórax y brazo izquierdo.

El personal del albergue señaló como un hecho “accidental”, lo que la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco reveló más como un acto de tortura, de acuerdo a la crónica de la propia víctima que señaló haber sido sometida por 4 hombres y una mujer.

La niña hoy se encuentra en el Centro Médico Occidente, del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde se reporta como delicada.

Esto pinta de cuerpo entero el deficiente estado de las cosas en la atención a la salud mental en México, donde solo 2 de cada 10 personas que viven con alguna condición mental, reciben atención.

De acuerdo al censo del Inegi 2020, hay un millón 590,583 personas con algún problema o condición mental en nuestro país, 54% son hombres y 46% mujeres. Del total de los casos 49% están concentrados en siete estados: Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Veracruz, Guanajuato, Puebla y Nuevo León.

El albergue “Casa de vida, camino a la fortaleza”, en Tonalá, Jalisco.
El albergue “Casa de vida, camino a la fortaleza”, en Tonalá, Jalisco.Foto: Especial

Según el Centro de Investigación Económica y Presupuestal de 2013 a 2021, México asigna solo 2.1% del presupuesto de la Secretaría de Salud a la atención de la salud mental. Eso no alcanza ni para limpiar los pasillos de los 41 hospitales psiquiátricos que existen.

Por otro lado, México reporta un total de 4 mil 393 psiquiatras, que equivale a 3.68 por cada 100 mil habitantes, lo que representa casi el 50% menos de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud.

Cabe mencionar que, desde la última modificación a la Ley General de Salud de este mismo año, la figura de “internamiento involuntario” ya no existe, por lo que el caso de la niña de Tonalá es un delito completo.

“Recibir un trato digno y humano por parte del personal de las unidades de atención integral médico-psiquiátrica, independientemente de su diagnóstico”, es el primer derecho humano y de respeto a la dignidad de las personas usuarias de atención integral hospitalaria médicopsiquiátrica, asentado en la NORMA Oficial Mexicana NOM 25.

En el albergue de Tonalá, no sólo no había un permiso firmado y se faltó a los derechos de una paciente, que en sentido estricto no tenía por qué estar internada en un “centro de rehabilitación” sino en un hospital, si es que además existía un diagnóstico de epilepsia que debía ser atendido por un neurólogo pediatra.

Es el cuadro completo de la tragedia: padres desesperados, desinformados, que someten a su hija a un “tratamiento” en el lugar equivocado, donde termina torturada y doblemente traumatizada.

Ésa es la situación de la salud mental en México, un tema silenciado y estigmatizado; las autoridades correspondientes no ofrecen información suficiente a la ciudadanía que la necesita y por eso tantos casos terminan en una tragedia, como la de la niña de Tonalá, donde todos fueron sus victimarios…