Si el karma existe, no cabe duda que estamos pasando por un ciclo donde toca que todos paguemos uno, en lo individual y en lo colectivo, caro, muy caro.
Ya no se trata de buenos ni malos, de leales o adversarios, se trata de una sociedad herida que en un mecanismo de defensa, desde distintas trincheras, pareciera sólo alcanza a lastimarse más…
Esta semana en el sentido más literal los vientos soplaron a favor o muy en contra, y como una broma de humor muy negro, el mismo día en que se daba a conocer que “Delta” llegaría al estado de Quintana Roo como un poderoso huracán categoría 4, en el Palacio Legislativo de San Lázaro los diputados aprobaban el dictamen para extinguir, entre otros, el mismísimo Fondo para Desastres Naturales.
La discusión ocurría al mismo tiempo que en las costas de la península de Yucatán se acomodaban colchones en albergues, hacían rondines elementos del ejército para asegurarse de resguardar la seguridad de los habitantes y visitantes de la zona, se evacuaban hoteles y zonas de riesgo, mientras iba desapareciendo esa partida de dinero que suele salvar de la absoluta desgracia a las poblaciones más vulnerables.
El Fonden que nació en 1996, servía no solo para solventar los daños estructurales sufridos por un desastre natural, también para ofrecer a una población que lo ha perdido todo, adquisición de alimentos, medicamentos, y ropa, mientras ayudaba a reconstruir sus hogares.
Y es que con emergencia sanitaria o sin ella, la fuerza de la naturaleza no se detiene.
Por fortuna “Delta” se debilitó al tocar tierra, pero no siempre ha sucedido así. Hay legisladores que parecen haber olvidado —o simplemente desconocen— que cada año se pierden 700 millones de dólares y alrededor de 100 vidas humanas en México, víctimas de la naturaleza, según datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres.
Quintana Roo en particular vive seis meses del año entre huracanes y previendo este escenario, el estado ha recurrido a la compra de un seguro privado precisamente contra huracanes y el daño a arrecifes que estos ocasionan.
“Un tema inédito, somos pioneros en el mundo en este sentido”, me dijo el gobernador Carlos Joaquín González, hace unos días, una vez pasada la emergencia.
Por otro lado, la muerte del científico Mario Molina Pasquel y Henríquez, primer mexicano ganador del Premio Nobel de Química en 1995, nos recordó que también solíamos tener la capacidad de ser los mejores en ciencias.
Esta misma semana vimos tambalearse también esa oportunidad, luego de la aprobación del dictamen integrado por legisladores de Morena, donde el Fonden forma parte de los 109 fideicomisos condenados a desaparecer, de los cuales 65 estaban destinados a la investigación y desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Los proyectos en ese último rubro pueden llevarse años y no es coherente pensar que se realicen en un calendario anual. Los fideicomisos permiten gestionar los recursos durante lapsos mayores y de acuerdo al perfil de cada proyecto.
Además permiten a la ciencia mexicana obtener fondos de entes externos, como gobiernos extranjeros, el Banco Mundial, la Unión Europea, Naciones Unidas y otros muchos organismos privados que invierten para impulsar el desarrollo científico. Ahora ya no será igual.
“Quieren la lana y quieren el control, eso no puede ser; es una irresponsabilidad mayúscula, cómo en medio de la pandemia dejan a México sin ciencia”, dijo la doctora del CIDE, Lorena Ruano Gómez frente al candidato a presidente de Morena Mario Delgado, cuya pena consiguió disimular detrás de su cubrebocas.
La investigadora reprochó duramente el dictamen que dijo, “debería darles vergüenza presentar” y recordó que los 19 proyectos sobre COVID 19 que encabeza el Cinvestav, así como los 5 que desarrolla el CIDE para comprender los efectos socieconómicos y políticos del coronavirus, están condenados a detenerse de forma abrupta por esa decisión.
México tiene el primer lugar como “exportador de talento” de América Latina, o dicho de otra forma, somos el país con más fuga de cerebros de la región y el séptimo a nivel mundial, de lo mejor conocido como “migración altamente calificada”.
Más de 1 millón de mexicanos capaces están creciendo profesionalmente fuera del país y la falta de apoyo es la causa principal.
Apoyo que ahora también le será negado —una vez más— a víctimas y periodistas, por si no fuera suficiente, el Fideicomiso del Fondo para la Protección de las Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas también será eliminado.
Entonces si la ciencia, la tecnología, el cine, deportes, cultura, desastres naturales, el combate al cambio climático y los derechos humanos ya no son tan importantes ¿Qué sí lo es?