El jueves 11 de mayo se hizo historia en México en materia de justicia, sobre una forma de violencia de género que se metió en nuestra sociedad como la humedad y nos agarró con los dedos en la puerta: los ataques con ácido.
Uno de los casos más emblemáticos es el de la activista Carmen Sánchez quien fue atacada por el padre de sus hijas el 20 de febrero del 2014, cuando acudió a su hogar con engaños y la roció con ácido derritiendo el 85% de su cuerpo.
Carmen comenzó hace 9 años un tortuoso proceso en búsqueda de justicia, en el que fue humillada y revictimizada innumerables ocasiones. Su denuncia quedó por ocho meses en el ministerio público empolvada y hasta la dieron por “extraviada” y nadie la ayudaba…
Tuvieron que pasar siete largos años antes de que el feminicida fuera ubicado y detenido en Monterrey, Nuevo León, lo que le dio a Carmen al menos un poco de paz, porque vivía amenazada por su agresor quien enviaba a sus hermanas mensajes como:
“Hospital, panteón o silla de ruedas, ¿a dónde quieren que mande a su hermana?”…
La vida le cambió a esa familia por completo, pusieron protecciones en la azotea de su casa, en las bardas, en las ventanas y nadie salía, presas del delirio de persecución.
Finalmente el jueves pasado, Efrén García Ramírez recibió por parte de la jueza María de Jesús Sánchez Cabrera, el fallo condenatorio en los juzgados del Valle de Chalco, de 46 años 8 meses de prisión.
Inmediatamente me comuniqué con Carmen, porque su caso lo cubro desde hace años y sé que la espera del veredicto ha sido una tortura, los últimos días —como los últimos 9 años— y más en los últimos minutos, presente en la audiencia frente a su agresor.
“Llevo tres días enferma, con migraña y temperatura. Entre la incertidumbre, los nervios y el miedo, hasta que escuché el veredicto de la jueza, pude estar un poco más tranquila. Pero eso no quiere decir que mi vida esté reparada, porque el daño seguirá en mi cuerpo”, me dijo.
Y es que el 17 de mayo próximo, Carmen Sánchez será sometida a la cirugía reconstructiva número 65, además de los dolorosos tratamientos de dermatología, psicoterapia y rehabilitación a los que ha estado sometida desde hace 9 años, intentando reconstruir su aspecto físico y su estabilidad emocional, con medicamentos especializados que la acompañarán el resto de su vida.
“En el momento en el que la jueza dictó la sentencia condenatoria, se me vinieron todos los recuerdos de cómo comencé mi lucha y caminé sola sin la justicia. Sentí mucha rabia y tristeza porque esta sentencia se pudo haber dado desde el primer momento, porque fue un intento de feminicidio y la fiscalía del Estado de México permitió que pasaran 7 años, en los que él estuvo en libertad”.
“Pero hoy es una esperanza de lucha para todas las mujeres que hoy están buscando arrancarle un pedazo de justicia al estado mexicano” me dijo Carmen Sánchez con la voz entrecortada.
Sin embargo impugnará la resolución, porque para ella no es suficiente:
“La juez indebidamente dejó de valorar la pericial que se presentó, donde se contempla no solo el daño sufrido por la agresión, también lo que dejé de percibir todo este tiempo, por no poder llevar una vida cotidiana normal. Se debe considerar como una reparación integral la vida que me fue arrebatada, los logros que no pude realizar, mi sufrimiento y el de mi familia”, me dijo la activista.
En México no existen cifras oficiales del número de ataques con ácido hacia mujeres, pero se tiene registro de al menos 34 agresiones en el país en las últimas dos décadas, 28 de las víctimas han sobrevivido con daños irreparables.
La mitad de los asaltos ocurrieron en un lugar conocido para la víctima como su lugar de trabajo, vías cercanas a su domicilio o su propia casa, y las entidades que más concentran este tipo de crímenes son Puebla, Estado de México y la Ciudad de México.
En la mayoría de los casos, las víctimas tienen entre 20 y 30 años de edad. En el 85% de los casos el autor intelectual es un hombre, dos terceras son ex parejas sentimentales y el resto, es su pareja actual.
La cara es el blanco del ataque en el 90% de los casos, de los cuales el 96% no tiene sentencia. Como el caso emblemático de la saxofonista María Elena Ríos, en Oaxaca, que sigue en un proceso legal plagado de corrupción e impunidad, como Elisa Xolalpa, Esmeralda Millán y Ana Saldaña…
La justicia en México mantiene una enorme deuda con muchas mujeres atacadas con ácido…