Montserrat Salomón

Cuando el calor mata

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mientras las olas de calor siguen azotando diversos sitios y se rompen récords de temperatura y sequía, aún hay gobiernos y políticos que niegan esta emergencia climática sin precedentes. La evidencia científica de que la mano del hombre acelera el calentamiento global es abrumante. El paisaje urbano, deforestado, lleno de asfalto y hormigón provoca el aumento de la temperatura. Eso se percibe a simple vista. Si aumentamos los factores contaminantes que provocan gases de efecto invernadero, el círculo vicioso se cierra con sus funestas consecuencias.

El calor mata. El año pasado se registraron en Europa más de 60 mil muertes debido a las altas temperaturas. Estos decesos se centraron en la población más vulnerable: niños pequeños, adultos mayores y personas sin techo. El clima veraniego de ciudades turísticas se ha vuelto mortal. Es el caso de Sevilla, Barcelona, Atenas… lugares que no sólo han tenido que montar grandes operativos para evitar que sus sistemas de salud colapsen ante el aumento de padecimientos debidos al clima, sino que están enfrentando pérdidas económicas millonarias por volverse inhabitables en estos periodos vacacionales.

En Europa se ha tomado en serio el calentamiento global y los avances en la reconversión de las ciudades para refrescarlas se van haciendo realidad. El aumento de zonas peatonales con la reducción de espacio para automóviles y la reforestación en zonas urbanas va teniendo un efecto benéfico en las temperaturas. Alemania lidera este esfuerzo y, por medio de la influencia de la Unión Europea, ya se ven tendencias similares en España, Italia y Grecia, por centrarnos en los destinos más populares para el turismo. Sin embargo, la problemática global no puede ser atajada únicamente desde Europa, se requiere un esfuerzo coordinado de todo el planeta.

Los gigantes de la industria, como China y Estados Unidos, deben implicarse más en estas acciones. Aunque los otros síntomas de esta enfermedad global no se dan en su territorio —los desastres naturales como inundaciones, huracanes, deshielo, etc.—, las olas mortales de calor ya están alcanzando a sus ciudades. Phoenix, la quinta ciudad más poblada de EU, ha roto récords este año al mantenerse por 19 días arriba de los 43° C, volviéndose inhabitable. Este monstruo urbano de cemento es una muestra de lo que no se debe hacer si queremos tener ciudades amigables en el futuro.

Es urgente replantear las urbes. Invertir para ha-cerlas más frescas es una prioridad ante la inminente alza de temperaturas. No hacerlo y confiarnos del uso de elementos contaminantes como el aire acondicionado, sería querer tapar el sol con un dedo. Hay que replantearnos nuestra forma de vivir en las grandes ciudades. Cambiar para sobrevivir.