Montserrat Salomón

La infamia de Alex Jones

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El 14 de diciembre del 2012 un joven entró a la primaria Sandy Hook. Mató a tiros a 20 niños, la mayoría de ellos de 6 años, y a 4 adultos, luego se suicidó. Los padres de estos pequeños iniciaron así la pesadilla en la que se convirtió su vida en un abrir y cerrar de ojos. Con un dolor indescriptible, reconocieron los cuerpos destrozados de sus hijos. Tomaron sus fotos con caritas sonrientes y, sin salir del trance, enfrentaron sus funerales y al frenesí mediático que inició ese trágico día.

Uno de estos destrozados padres, el primero que habló ante la prensa, se enfrentó a los micrófonos con su propio padre a un lado tratando de darle ánimos. Cruzaron unas palabras y esbozó una ligera sonrisa y habló ante el mundo de su infinito dolor: Emilie, de 6 años, había sido asesinada a tiros junto a sus amigos mientras se amontonaban al fondo del salón de clases junto a su profesora, que trató de cubrirlos con su propio cuerpo. Sólo una niña de su grupo de primer grado sobrevivió al quedarse quieta entre los cadáveres ensangrentados de sus compañeros.

Esa pequeña sonrisa, fruto de la irrealidad del momento y el nerviosismo, trajo a las familias de Sandy Hook aún más dolor del que ya cargaban en sus corazones. Alex Jones, un hombre de medios famoso por su radical apoyo a Trump y por su difusión de teorías de la conspiración, dedicó horas de su programa a insultar a los padres de estos niños acusándolos de ser actores pagados por los gobiernos liberales que buscaban “quitarles sus armas” a los ciudadanos estadounidenses. Así, usó la tragedia de Sandy Hook para ganar notoriedad y tener una ganancia política en una de las causas prototípicas de la base republicana.

El resultado fue atroz. Sus seguidores empezaron a acosar a los dolientes padres. Los insultaban, vandalizaban sus casas, los amenazaron de muerte y hasta profanaron las tumbas de sus pequeños hijos. Algunos de ellos se mudaron tratando de huir de tanta crueldad. Los encontraron de nuevo y publicaron sus direcciones y hasta la fecha el acoso no ha parado.

Algunos padres decidieron demandar a Jones por difamación y daño moral. Han ganado. Durante el juicio, Jones se defendió hablando de la libertad de expresión. La libertad de expresión no es un permiso para mentir y destruir a otro buscando el propio bien. Es increíble el nivel de crueldad que se puede alcanzar en las redes sociales al estar parcialmente escondido en el anonimato. La pérdida de la humanidad, la indolencia y la indiferencia son signos de nuestros tiempos. Alex Jones es el ejemplo perfecto de este tipo de persona que polariza y confronta sabiendo que miente, todo por una ganancia personal. La verdad no puede ni debe manipularse al antojo. ¡Basta de mentiras! ¡Basta de crueldad!