Llegó la hora. Kamala Harris entra en escena en la Convención Nacional Demócrata esta semana. Ella llega como candidata virtual a la presidencia y será este jueves cuando sea nombrada oficialmente. Sin embargo, llega siendo una desconocida a la que no la ha votado nadie.
Joe Biden fue el que participó en unas primarias sin oposición para luego retirarse de la contienda hace menos de un mes. Ante la cercanía de la elección y para no tener conflictos con el dinero recaudado por Biden, la estrategia obvia era que Kamala “heredara”, como su compañera de fórmula, la candidatura.
Así, Harris busca esta semana mostrarse ante los demócratas, los independientes y aquellos republicanos moderados como la sucesora de Biden en cuanto a su propuesta ideológica. Biden consiguió en la pasada elección un espectro amplísimo del electorado; desde la izquierda hasta buena parte del electorado republicano que se siente incómodo con el culto a la figura de Trump y sus derivas amorales. Su figura conciliadora lo elevó a la presidencia, por lo que sustituirlo es un gran reto. Sin embargo, su edad avanzada se convirtió en un oponente invencible. Harris tiene que literalmente llenar sus zapatos políticos para generar una alianza similar que la ayude a derrotar a un solitario Trump.
En las pocas semanas que lleva Harris en la carrera ha hecho campana en los estados clave que le dieron la victoria a Biden. En ellos, ha seguido fielmente las huellas de su sucesor, abogando por los sindicatos y las clases medias, de tal manera que pueda mantener ese equilibrio entre el progresismo y el conservadurismo. Sin embargo, Kamala es percibida por buena parte de la gente como más de izquierdas, aunque realmente esté lejos de ese extremo. En buena parte esto sucede porque es mujer y, como tal, se ha visto ligada a las banderas del feminismo.
JD Vance, compañero de fórmula de Trump, la ha personificado así, repudiando su figura como la típica mujer sin hijos, con gatos y engorrosa por andar metida en donde no la llaman: la política. Ésta es un arma de dos filos puesto que liga a Vance al peor lado de Trump: en lugar de equilibrarlo, lo radicaliza más. Esta estrategia siembra la sospecha de los votantes conservadores en la figura de Harris, pero también resulta chocante a los oídos de los votantes jóvenes sensibles a este tipo de lenguaje discriminatorio.
Kamala Harris no puede hacerse pasar por Joe Biden. Aunque su postura económica sea centrista, ella está rompiendo moldes al ser una mujer de color contendiendo por la presidencia. Esta semana ella tendrá todo el foco de la atención. Tendrá que encontrar su voz y conectar con los votantes para mantener su tendencia hacia arriba en las encuestas. No puede fallar si quiere vencer al Trump.