La carrera por la presidencia de Francia entra en su fase final repitiendo la contienda del 2017, Emmanuel Macron se medirá nuevamente contra Marine Le Pen. Le Pen, representando a la extrema derecha, se solidifica como la principal figura de la oposición que, aun con sus esfuerzos por suavizar más su polarizante imagen, sigue generando un rechazo que promete darle el triunfo al presidente Macron.
Le Pen apareció en la política siendo la hija y heredera ideológica de su padre, Jean-Marie Le Pen. Sus declaraciones anti Unión Europea, su hostilidad contra la inmigración y los visos de nacionalismo, la relegaron a una minoría que poco a poco iba tomando fuerza, pero que, al contemplar el sistema electoral francés una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados, perdía irremediablemente al aglutinarse en su contra el voto de toda la izquierda —radical y moderada—, el centro político e incluso alguna parte de la derecha moderada. Era una fórmula condenada al fracaso.
En los últimos años, Le Pen se ha separado de las posiciones más radicales. Sin cambiar de fondo, ha dejado de lado su discurso agresivo antiinmigrante y ha preferido banderas conservadoras más efectivas, aunque menos definidas. El desempleo y la economía, por ejemplo, golpes bajos a un contrincante que ha tenido que vivir una recesión económica mundial seguida por una pandemia.
Sin embargo, Le Pen sigue siendo controversial y podría volver a perder aún en una época en la que los populistas han logrado arrebatar el mando a los moderados con discursos enloquecidos. Ella no sólo no ha optado por esto, sino que ha elegido una vía que podría ser cada vez más problemática: promover un acercamiento de Francia con la Rusia de Putin. Este movimiento podría costarle la presidencia.
Macron, por su parte, llega desgastado y alejado del electorado popular. Es un hombre preparado, sin duda, pero que no conecta con las clases populares. Su apuesta ha sido elitista y enfocada en el terreno internacional. Ha intentado, sin lograrlo plenamente, llenar el vacío que dejó en la escena internacional el retiro de Angela Merkel. Macron pretende ser el líder de Europa, el mediador de los conflictos, competir por el liderazgo de Occidente. Sin embargo, Francia no ha tenido la fuerza ni la estabilidad para hacerlo. El conflicto en Ucrania ha desnudado la dependencia y debilidad de Europa frente a Putin. Macron ha hablado más de lo que ha podido realmente hacer.
Con todo, me parece que la elección será para Macron. Aunque los cálculos de Le Pen salgan bien, con dificultad llegará a un 40% del electorado. Lo que podría cerrar la contienda es justo la confianza que hay en su derrota. El abstencionismo y la apatía son grandes peligros para la democracia.