Montserrat Salomón

Cuando se persigue la conciencia

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mahsa Amini, iraní de 22 años, murió bajo custodia policial luego de ser arrestada por la “policía moral” en Teherán. Al parecer no portaba el velo correctamente cuando fue detenida y posteriormente “colapsó” inexplicablemente. La “policía moral” busca vigilar el cumplimiento de las normas de vestimenta y comportamiento de las mujeres dentro del estado islámico iraní.

La detención de Mahsa no fue particularmente sorprendente dentro de este régimen, pero su muerte se ha convertido en un símbolo político que ha desatado protestas en el país con un saldo de 17 muertos e innumerables heridos.

Un mechón de pelo puso fin a la vida de la joven de 22 años, pero su muerte pone el dedo en la llaga de los estados teocráticos que imponen una interpretación particular de un credo religioso a toda una población que es, además, plural en sus raíces étnicas y religiosas. Amini provenía de una región kurda, que interpreta la vida de forma muy distinta a la del régimen de los ayatolas. Lo que nos lleva a cuestionarnos por las fronteras que deben existir entre la política y la religión.

Desde una concepción más liberal y occidental, la existencia misma de una denominada “policía moral” es un absurdo. El Estado, en esta concepción, ha de regular las relaciones entre las personas buscando implementar y salvaguardar una conducta que cumpla con los mínimos necesarios para una convivencia pacífica. Mínimos que busquen salvaguardar los derechos y libertades de todos, y no obligar a alcanzar máximos de virtud. Son dos posturas antagónicas e irreconciliables.

Vale la pena criticar ambos lados de la moneda. En Francia, hace algunos años, resonaron acciones por parte del gobierno en las que prohibía el uso del velo islámico en las escuelas y del burkini en sus playas, todo esto en aras de la libertad y la emancipación de la mujer. Me parece que este tipo de decisión en la que se impone una concepción del mundo a una mujer que se siente cómoda usando un traje de baño específico es colocarse uno mismo en la posición que critica: una policía moral. Además, como en el caso de las escuelas, el argumento no deja de ser parcial y contrario a una concepción particular, la islámica, puesto que no se persigue con igual esmero signos y símbolos de otras religiones o concepciones del mundo.

Las naciones se han ido corriendo hacia posturas más ideologizadas y menos dialogadas. Hemos marcado líneas y fronteras en lugar de tender puentes. Hace falta regresar al pensamiento crítico, al diálogo y la comprensión del otro en su diferencia para poder construir desde valores de paz y concordia. Cada día más naciones dejan despertar nacionalismos confrontantes y discriminatorios; estamos entrando en un terreno peligroso para la paz.