Putin delira y Zelenski triunfa

POLITICAL TRIAGE

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La guerra en Ucrania se libra no sólo en el campo de batalla, sino en los medios de comunicación. El espectáculo ofrecido al mundo marca la pauta de una narrativa que podría definir el destino final del conflicto. Sin duda, Putin podrá controlar Ucrania, pero Zelenski ya le ha ganado la guerra.

La obsesión de Putin por retomar los territorios de la antigua Unión Soviética se fue materializando con un cuidadoso plan de inteligencia que desestabilizaba regiones prorrusas y jugaba con los contrapesos del miedo de Europa y EU de entrar en conflicto directo con Rusia. Así se anexó Crimea, con realmente poca resistencia. Así parecía que lo haría con la región del Donbás, pero su ambición fue mayor. No contaba con que el pueblo que él se ha cansado de decir que no existe, se levantaría gallardamente en armas para defender su nación.

Putin contaba con su poderío militar, pero se ha encontrado con civiles que están dispuestos a frenar sus tanques con sus propias manos. Putin sabía que la OTAN no intervendría, porque no quieren una guerra y porque dependen del petróleo y el gas ruso, pero no contaba con que Zelenski se alzaría como un héroe de guerra que movilizaría no sólo a sus ciudadanos, sino al mundo entero, presionando a los gobiernos a enviar ayuda a Ucrania.

Zelenski le ha hecho frente a Putin y ha inspirado a su pueblo al negarse a huir y al permanecer en Kiev. Su discurso ha retumbado más allá de sus fronteras al erigirse como un defensor de la libertad, la soberanía y la democracia, valores fundamentales de un Occidente que lo ha dejado solo. Sus palabras le han arrebatado a países como Alemania y EU el apoyo en armamento y la imposición de sanciones a Rusia. Sin embargo, nadie está dispuesto a marchar junto a él en el campo de batalla.

Ucrania perderá la batalla, pero ganará la guerra en la narrativa histórica. El pueblo de Ucrania existe y seguirá resistiendo el poderío ruso aún bajo su régimen; ésta es una guerra que Putin no puede ganar. Entre más sangre se derrame, más alimentará la resistencia. El sufrimiento de un pueblo es el combustible para el fortalecimiento de su identidad y nacionalismo.

Rusia ha sitiado a Kiev, pero Zelenski ha aislado a Putin. Nadie, ni Trump ni Xi Jinping, ha salido en su defensa. Su mismo pueblo rechaza esta invasión y el que hipoteque su futuro —debido a las sanciones— por alimentar su delirio. El presidente ruso ha emprendido un camino sin retorno en el que, aun ganando, pierde.

Por su parte, Zelenski ha asegurado la supervivencia de su pueblo como nación. Ha logrado que Occidente sienta vergüenza de su hipocresía y pasará a la historia como un valiente defensor de la democracia en una época gris donde los políticos son más empresarios que patriotas.