Ucrania, un año en guerra

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Montserrat Salomón*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Esta semana se cumple un año del inicio de la guerra entre Ucrania y Rusia. Un año desde que Vladimir Putin decidiera invadir Ucrania para hacerse del Donbás. Un año en el que Ucrania se ha mantenido firme y no sólo no ha caído, sino que por momentos ha puesto en franco entredicho el poderío del ejército ruso. Un año de muertes y paralización del campo y la industria en un país que es parte del complejo rompecabezas global y que ha provocado una crisis económica y alimentaria en todo el planeta. Un año de un conflicto que ha mantenido en vilo a la humanidad por su potencial de convertirse en una guerra mundial.

Putin es un gran estratega. La invasión estuvo precedida por la creación de asentamientos rusos en territorio ucraniano, una fina y extensa red propagandística y por la anexión de Crimea. Sabedor de que la comunidad internacional no querría ir a la guerra, en el tablero sólo faltaba decidirse a tomar los territorios ansiados haciendo uso del gran poderío armamentista. Pero Rusia no contaba con la heroica defensa que los ucranianos harían de su territorio.

Una figura indispensable para entender el éxito de la resistencia es la del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, un comediante hecho político que utilizó su extraordinario don de gentes para convertirse en la cara empática del conflicto. Lo vimos dejar los trajes para enfundarse en ropa militar. Lo vimos dar discursos desde las zonas en conflicto. Buscó uno a uno a sus homólogos y aliados para echarles en cara su pasividad y exigirles apoyos militares. Apareció en la ONU y en distintas cumbres internacionales enarbolando la bandera del patriotismo y la defensa ante la injusticia. Poco a poco, ha logrado que las potencias europeas y Estados Unidos se comprometan más en la guerra.

Hoy, la guerra ha cambiado su rostro. Lo que prometía ser una invasión relámpago, tiene ahora tintes de ser una guerra de desgaste. Rusia intentará ahogar a Ucrania apostando a que las potencias aliadas seguirán la estrategia del apoyo armamentístico sin entrar directamente en el conflicto. La guerra es cara y los aliados empiezan a preguntarse si no será mejor pactar la paz a seguir desangrando el presupuesto y sufriendo la inestabilidad económica que genera el conflicto. Además, países como Estados Unidos están por entrar en la temporada de campañas electorales presidenciales, por lo que el tema del apoyo a Ucrania será convertido en una controvertida bandera política sujeta a la opinión de la mayoría.

Ucrania, por su parte, apuesta por seguir recibiendo apoyo del exterior, esperando a que las sanciones económicas a las élites rusas puedan presionar a un Putin que parece obsesionado con la victoria.

Lamentablemente, esta guerra no acabará pronto.

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