Escenas apocalípticas nos llegan del centro de Europa. Escenas que uno está acostumbrado a ver en otros lados, pero no en Bélgica y, por supuesto, no en Alemania. Cuando pensamos en Alemania pensamos en un primer mundo lleno de tecnología y bienestar, no en calles llenas de escombros y más de un centenar de muertos provocados por inundaciones sin precedentes. Casas destruidas, patrimonios perdidos, gente arrojada a la miseria de un día para otro. Esto no es Alemania, esto no es el primer mundo europeo… pero sí, la naturaleza ha demostrado su fuerza y, por una vez, ha decidido tocar a los intocables del mundo. Mil trescientos desaparecidos, se dice pronto, pero es una tragedia dolorosa que no se había visto en décadas. Seguramente serán reconocidas como muertas en las próximas horas.
Múltiples ríos cruzan Europa y esta vez uno de ellos no aguantó las atípicas lluvias de la semana pasada, arrasando pueblos enteros en un abrir y cerrar de ojos. En pocas horas, cientos de personas desaparecieron, muchas se ahogaron en cuestión de minutos. Así de rápido la naturaleza puede acabar con el sueño de seguridad que construimos a nuestro alrededor. Así de frágiles somos.
El gobierno alemán le atribuye el desastre al cambio climático, que por una vez toca a uno de los países industrializados en lugar de barrer del mapa regiones que no contribuyen con emisiones contaminantes. Alemania está comprometida con la lucha contra el calentamiento global y sus consecuencias, ahora que sufrió en carne propia el dolor de la devastación, renueva su compromiso con el planeta.
Angela Merkel, en declaraciones que saben a despedida ante su inminente retiro, ha manifestado su compromiso ecológico justo antes de encontrarse con el presidente estadounidense Joe Biden. Esperemos que ella pueda por fin sumar a la primera potencia mundial a los esfuerzos por evitar la catástrofe global.
La fuerza y la recurrencia de estos eventos climáticos extremos va en aumento. A esto se refiere el cambio climático. Lo que antes sucedía cada década, hoy sucede cada 5 años. Y la capacidad de recuperación de las personas no es tan rápida, por lo que la población afectada cada vez es más vulnerable. Esta catástrofe nos enseña, además de lo anterior, que las lluvias torrenciales típicas de regiones tropicales están presentándose en diferentes latitudes, afectando países que no están preparados para estos fenómenos. Pensemos en la ola de calor en Canadá o los incendios e inundaciones en el sur de EU.
El cambio climático es un problema de todos y no se frenará si no estamos juntos en la lucha por combatirlo. Esperemos que hoy sí exista la voluntad política para poner el futuro de la humanidad por sobre el interés económico del presente.