Los Camachistas han trascendido sexenios y partidos políticos a costa de morderse la lengua y tragar saliva. En 2011, Ebrard añadió la inmolación a la lista de actos necesarios para sobrevivir en la política. Entregó sus aspiraciones presidenciales al fuego, con la esperanza de que sus ambiciones fueran ignífugas. No se equivocó. Sin embargo, antes, alrededor de su hoguera, amigos y enemigos se calentaron las manos.
Miguel Ángel Mancera fue asesor de Ebrard en la SSP y formó parte del equipo jurídico que asesoró a AMLO durante el desafuero. Tenía una relación cercana con José Ramón López Beltrán, hijo mayor del Presidente, a quien asesoró en su tesis de licenciatura e invitó a trabajar en la Subprocuraduría del DF. Fue López Obrador (no Marcelo) el que más impulsó a Mancera para ser el candidato de la izquierda en 2012.
Un día después de la toma de protesta de Peña Nieto, se firmó el Pacto por México; un arreglo para superar la vetocracia propia de años de gobierno dividido. Se sumaron el PRI de Cristina Díaz, el PAN, de Gustavo Madero y opositor de los calderonistas y, el PRD, dirigido por Jesús Zambrano que con esta decisión rompía con AMLO. Mancera se acercó con el PRI de Osorio Chong y Luis Videgaray para incluir la reforma política de la Ciudad de México en la agenda del Pacto, confirmando su buena relación.
Mientras tanto, Ebrard decidió cerrar su periodo como Jefe de Gobierno y no buscar una diputación o senaduría, ni unirse a las filas de Morena que se convirtió en julio de 2014 en partido político. Buscó la presidencia del PRD sin éxito y se quedó desprotegido. En ese momento, Peña Nieto consiguió, gracias al Pacto, la aprobación de 11 reformas y se promocionó como “salvador de México” … hasta que llegó el 2014.
El 26 de septiembre, el país se estremeció con la desaparición de los 43. El gobierno no atendió el escándalo de forma diligente. La crisis se agravó cuando en noviembre, Carmen Aristegui y su equipo publicaron el reportaje de la Casa Blanca. El escándalo revelaba un posible conflicto de interés entre EPN, su entonces esposa y Grupo Higa, contratista del Gobierno federal y del Estado de México en la gestión del Presidente, por una casa de millones de dólares. Al ser cuestionado en Los Pinos por la información que se utilizó para el reportaje, Mancera acusó a Ebrard: “Yo no fui, fue Marcelo”, relata Ricardo Raphael.
Pocos meses antes, Mancera anunció el cierre de 11 de las 21 estaciones de la Línea 12 del Metro para corregir supuestos problemas estructurales. Tanto la Asamblea Legislativa del DF como la ASF iniciaron investigaciones para determinar anomalías y responsables. Joel Ortega, director del Metro y enemigo de Ebrard luego de que éste lo despidiera de la SSP por el caso New’s Divine, se dedicó a declarar que la nueva línea era “un fraude a la ingeniería mexicana” y que estaba mal hecha. A la luz de la tragedia por el desplome en la estación Olivos, se hace más evidente que el cierre obedeció al resentimiento de Ortega y Mancera a Ebrard, más que por razones técnicas o de mantenimiento preventivo o correctivo.
En 2015, Ebrard buscó una diputación por el PRD, pero la instrucción estaba dada: Mancera, Osorio Chong y EPN no lo querían en el Congreso, lo querían en la cárcel. El 27 de febrero de 2015, renunció al PRD y fue recibido por Dante Delgado en Movimiento Ciudadano como candidato a diputado federal, pero el Tribunal Electoral le retiró la candidatura.
A las investigaciones por la Línea 12 y al bloqueo político, le siguieron investigaciones en contra de Ebrard y su familia a quienes les auditó el SAT, les congelaron cuentas bancarias e iniciaron investigaciones por lavado de dinero. Partieron a Francia, huyendo de la persecución, a esperar a que se cumplieran cinco años desde el 2012 para que prescribiera cualquier delito por el cual lo pudieran culpar. No fue acusado de nada, pero el daño estaba hecho: la Línea 12 y el exilio en Francia siempre le serán cuestionados. En 2017, Ebrard regresó a México para unirse a la campaña de López Obrador.
Mancera, el PRD y el PRI se encargaron de eliminar cualquier aspiración presidencial de Ebrard para el 2018. El PRD regaló su credibilidad y López Obrador llegó a la Presidencia arrasando con Morena e invitó a Ebrard como canciller. El Camachismo no sólo sangra sin desmayarse, también resiste el fuego sin extinguirse. Continuará…