Pedro Sánchez Rodríguez

Democracia

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Pedro Sánchez Rodríguez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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E l debate sobre si el Presidente López Obrador es o no un autócrata ha sido una constante en su gobierno. Sin embargo, quienes así lo señalan suelen exagerar o simplemente equivocarse. Una cosa es que no estén de acuerdo con sus políticas y una muy diferente acusarlo de dictador a la primera provocación. Una opinión impopular: la discrecionalidad de las políticas de AMLO y su publicidad, ha fomentado que los otros poderes del Estado, como el Legislativo y el Judicial, adquieran mayor relevancia, publicidad y peso.

López Obrador no es un comunista, fascista, dictador o rey. Su visión se enmarca en la convicción de que el Estado debe ser el agente rector de la vida pública del país. Esta postura puede generar opiniones a favor y en contra, como cualquier otra. Sin embargo, no se puede considerar autócrata a un presidente que defiende una política pro-estatal en materia de bienes nacionales o de política social.

En el mismo sentido, quienes denuncian a la Suprema Corte de Justicia de la Nación como facciosa y golpista, se equivocan. Las últimas sentencias de la Corte no se deben a una supuesta inmiscusión en la “transformación” del país, ni tampoco indican ilegalidad o tendenciosidad. Más bien, son el resultado esperado cuando el Congreso muestra una inclinación hacia el oficialismo y no sigue los cauces institucionales para discutir y aprobar leyes.

Ahora, también se equivocan quienes piensan que las sentencias de la Corte se cocinan en un laboratorio jurídico en donde el derecho es lo único que prima. Si fuera así, no sería necesario poner un límite temporal para el cargo de ministro. El juicio de los ministros no proviene del mundo de las ideas, sino de su experiencia ejerciendo el derecho y el prestigio construido para poder ser tomado en cuenta para llegar a la SCJN. No admitirlo, es mentir.

Considerando que venimos de los sexenios de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, de inclinación de derecha, es natural pensar que la Corte no estará muy alineada con los usos y costumbres de la 4T. Justamente, ese efecto de revisión, control y contraste es el que se busca en la constitución de la Corte. En cierto sentido, el control y protección de la Constitución, es el cuidado y respeto por las decisiones populares del pasado y el control que modera el ahínco mayoritario de los políticos.

No veo autocracia en que el Ejecutivo recrimine al Poder Judicial por sus decisiones, ni que la Presidenta de la Corte le recrimine al Legislativo sus declaraciones, ni que en el Congreso denueste al Presidente por sus equivocaciones. Yo veo en ello la publicidad y transparencia del conflicto entre poderes, lo cual es muestra de una democracia pujante.