El Notario (III)

CARTAS POLÍTICAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Si Adán Augusto o Rosalinda López Hernández no llegaron a gobernar Tabasco sino hasta el 2018, no fue por falta de compromiso por parte de López Obrador, sino porque la caída del PRI en Tabasco tomó casi el tiempo que tardó en consolidarse.

El general Tomás Garrido Canabal fue gobernador de Tabasco tres veces entre 1923 y 1935; la primera como interino, la siguiente por apoyo de Obregón y la tercera por inercia. Era íntimo amigo de Plutarco Elías Calles y considerado en algún momento, uno de los sucesores del general Lázaro Cárdenas, junto con Francisco J. Múgica.

Garrido, el “Hombre fuerte de Tabasco”, era un dictador a la misma distancia del comunismo que del fascismo, un corporativista, un radical en materia antirreligiosa, un iconoclasta y, en la lucha contra los vicios, un intransigente (Baltasar Dromundo). Estableció como requisito para ser ministro de culto el ser casado y exacerbó en las escuelas el pensamiento “racionalista” de izquierda y la “tabasqueñidad”. Garrido, el Sultán del Sur, fundó las Ligas de Resistencia con el fin de corporativizar el sistema rural y productivo del estado y catapultó la producción ganadera, de cacao, de caña, de plátano y su distribución con la construcción de carreteras, faros y puertos.

Creó una organización paramilitar, los Camisas Rojas, encargados de convertir los templos de Tabasco en escuelas y a detener a todo aquel en posesión de bebidas alcohólicas. Cuando fue nombrado secretario de Agricultura en el gobierno de Lázaro, intentó extender a los Camisas Rojas al centro del país. En 1934, en una manifestación anticlerical en el centro de Coyoacán los paramilitares dispararon y mataron a cinco católicos e hirieron a muchos más. Este evento provocó la destitución de Garrido, el rompimiento de Calles con Cárdenas y sus respectivos exilios.

Carlos Madrazo, conocido como El Ciclón del Sureste, fue líder de los Camisas Rojas hasta 1935. Fue diputado federal y, finalmente, siendo gobernador de Tabasco de 1959 a 1964, impulsó un segundo auge económico. López Mateos con quien compartía una juventud en las filas del “garridismo” lo nombró, en el último año de su periodo, presidente del PRI.

Siendo Díaz Ordaz Presidente, ordenó reformar el PRI y Madrazo propuso que los candidatos locales fueran elegidos por las bases, una especie de democratización del partido. En esa encomienda lo acompañó un joven, Manuel Bartlett. Esto generó un divorcio entre el partido y los políticos, que pasó por un intento del Congreso de aprobar la reelección de congresistas, que logró detener, y un grave conflicto con el gobernador de Sinaloa que le dio vuelta a su esfuerzo reformista. Renunció al PRI en 1965.

En 1969, Madrazo y su esposa fallecieron luego de que el avión donde viajaban se estrellara en la sierra de Monterrey. En recientes declaraciones, López Obrador contó que el general Cárdenas le confió entre lágrimas a su hijo, el ingeniero, que Díaz Ordaz había dado la instrucción de asesinarlo.

Después el Grupo Tabasco se faccionó, llegó Mario Trujillo, quien se convirtió en candidato luego de la muerte repentina de Agapito Domínguez. Su padre, Francisco, fue también gobernador de Tabasco en distintos periodos y conforman una dinastía en Tabasco relacionada con el grupo de Hank González, Cabal Peniche y Bartlett. A Trujillo le siguió Leandro Rovirosa a quien Pellicer le confió la carrera de Andrés Manuel López Obrador. Durante estos dos gobiernos, Tabasco pasó de ser un estado agrícola-ganadero a ser el principal productor petrolero del país.

El boom petrolero consolidó una élite empresarial agrícola, ganadera, petrolera y de servicios que acompañó al Grupo Tabasco del PRI. Desde Rovirosa tuvieron que pasar 30 años, en donde la contaminación por las actividades petroleras de Pemex desencadenaron el Pacto Ribereño con González Pedrero, de gestiones terribles como la de Neme Castillo y de excentricidades como las de Roberto Madrazo que amenazó romper el pacto federal si Zedillo lo removía de la gubernatura, que terminaron por debilitar el corporativismo priista. Así, AMLO y el PRD encontraron la veta para lograr la transición.

Tanto Adán Augusto y Rosalinda López Hernández se anotaron para la precandidatura a la gubernatura de Tabasco en 2012 por el PRD, Rosalinda declinó por Adán y luego Adán perdió en la interna con Arturo Núñez, otro expriista que había perdido con Manuel Andrade en 2019. Núñez derrotó al PRI. Con su victoria se sembró el terreno para la llegada en 2018 de la facción de izquierda del Grupo Tabasco, el de los Sultanes, los Ciclones, el de los López.

Continuará…

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