¿Nuevo orden?

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez
Pedro Sánchez Rodríguez larazondemexico

Agua diluida en verde: escurriendo por las escaleras, cubriendo vitrinas, ensuciando parabrisas. “Sesenta millones de pobres”, “Ni una más”, “Pu... ricos”, leyendas pintadas en muros. En Nuevo Orden, la distopía recién estrenada en cines de Michel Franco, el estallido social es alimentado por el descontento manifestado en las calles de nuestro día a día. Es una película importante, que debería trascender de la discusión barata a la cual nos hemos acostumbrado en redes sociales.

En algunas de las escenas de la película, se muestran imágenes reales de protestas de los últimos meses. Explícitamente el video del policía al que prendieron fuego en la protesta en Guadalajara por el asesinato de Giovanni López a manos de la policía en Jalisco. De forma indirecta: el agua disuelta en pintura roja de La Diana y la Minerva y la leyenda “Ni una más” propias de las protestas feministas y, las pintas de las manifestaciones de junio de 2020 en Polanco: “Fuego a la burguesía” o “Para que seas rico hacen falta mil pobres”.

Franco utiliza la protesta social y la incapacidad del Estado para resolver sus causas, para plantear un futuro en el cual la corrupción y la desigualdad del país se combinan y devienen en un régimen militar, en contraposición al régimen civil que actualmente nos gobierna, que viola de manera aún más explícita los derechos humanos y la libertad de los ricos, pero de manera mucho más explícita la de los pobres. Mientras que la familia rica puede atenderse en casa con una enfermera, la familia pobre se ve obligada a recolectar dinero para atención privada porque los hospitales públicos son inaccesibles.

La película también es interesante porque la distopía es justamente una crítica al statu quo.

Este nuevo orden no es más que un espiral de impunidades. Primero, la impunidad de una familia aventajada por los sobornos que recibe; segundo, la impunidad de los intrusos en la boda organizada por dicha familia que saquean su casa y asesinan a sus familiares y asistentes; tercero, un secuestro perpetuado por soldados corruptos; cuarto, el tráfico de influencias de la familia para rescatar al familiar secuestrado; quinto, el encubrimiento del Ejército al enterarse que sus miembros actúan para su propio beneficio (escena que, por cierto, se asemeja al método de la verdad histórica de Ayotzinapa); sexto, la pena de muerte para los chivos expiatorios del secuestro. Nada de este espiral es imposible en el México de nuestros días.

Sin embargo, hay que decirlo, la ficción de Michel Franco tiene elementos afines a los de la ultraderecha mexicana: algunos de los intrusos, pobres, recuerdan a una película de zombis, en algunas de sus expresiones se percibe maldad y no necesidad y, el régimen militar retratado restringe el libre mercado y se asemeja al comunismo. Lo anterior, hace de Nuevo Orden una película relevante que debe ser vista más con ojo crítico, que con sospecha.

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