La 4T: tres virtudes y tres defectos

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas
Rafael Rojas Foto: larazondemexico

En un ejercicio deliberado y por tanto artificial de equilibrio anoto tres beneficios y tres perjuicios del importante proceso político que se vive hoy en México. Han pasado dos años del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y Morena y es posible hacer balance. Pero tal vez lo decisivo no sea cuánto peso se pone en cada báscula sino el “tipo de determinación”, como decían los viejos marxistas, que puede establecerse entre virtudes y defectos.

La primera virtud del actual Gobierno es la alternancia misma: la circulación de élites que produce la llegada de López Obrador y Morena al poder. Para la consolidación de cualquier democracia es fundamental que la titularidad de los altos mandos del Estado pase de unas manos a otras. Y si ese traspaso, como sucede en el México actual, implica una evidente movilidad social de la clase política, mucho mejor.

La segunda virtud es la transferencia de recursos del Estado a favor de una mayor distribución de derechos sociales. Con todas las críticas que puedan hacerse a la operatividad de programas sociales como “Jóvenes construyendo el futuro”, las “Becas Benito Juárez” o “Sembrando Vida”, es inobjetable que están dando un impulso al combate a la pobreza y la desigualdad, como no se había visto en este país en las últimas décadas.

Ese entramado de pobreza y desigualdad, disparado ahora con la pandemia, es el mayor problema de México. Durante su campaña y los dos primeros años de Gobierno, el Presidente López Obrador sostuvo que es la corrupción. Aunque no haya resultados tangibles de esa prometida separación del poder económico del político, hasta ahora, la tercera virtud de esta administración es la lucha contra la corrupción.

Entre los defectos de la 4T podría señalarse una política exterior que pasó de la indefinición y la opacidad a un entendimiento acrítico con el Gobierno de Donald Trump. Algunos aciertos de la diplomacia mexicana, en los últimos años, como la búsqueda de una diversificación de los vínculos con el exterior y el acercamiento plural a América Latina han perdido fuerza.

Otra limitación del nuevo Gobierno es la inclusión de los sectores de la cultura y la educación superior dentro del programa de austeridad. El Gobierno de López Obrador está proyectando un desinterés en las ciencias sociales y el campo intelectual que se traduce en recortes muy difíciles de justificar dado el poco volumen de esas áreas en el presupuesto federal.

Por último habría que incluir entre los desaciertos de la 4T el estilo personal de Gobierno. La visión maniquea del mundo que el Presidente trasmite todas las mañanas y la invención de un “conservadurismo” enemigo, más liberal que reaccionario, al que atribuye una homogeneidad inverosímil y dentro del que incluye a gran multiplicidad de actores (empresarios, académicos, partidos opositores, institutos autónomos…) desfavorecen a la misma democracia que facilitó su llegada al poder hace dos años.