Va a ser instructivo ver al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y a la cancillería que encabeza Marcelo Ebrard conduciendo la propuesta de reforma o reemplazo de la OEA en la próxima cumbre de la CELAC. Hay tantos mecanismos involucrados en esa vieja trama institucional, desde el financiamiento de la organización hasta todas las redes de colaboración interamericana que dependen del mismo, que se hace difícil imaginar una transformación consensuada.
Pero antes de cualquier protocolo de reforma o reemplazo de la OEA, los gobiernos de América Latina y el Caribe deberán probar que pueden reunirse sin que múltiples conflictos salgan a flote. De por sí, ya representa un gran vacío que Brasil haya salido de la organización desde hace más de un año, sin que hubiera intentos serios de reintegrar al mayor país de la región. Cabe preguntarse qué sentido puede tener un foro llamado Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe, sin Brasil.
Con Brasil fuera, un foco de conflictos ideológicos y geopolíticos queda artificialmente neutralizado. No así otros, como el de la cada vez más explosiva frontera entre Colombia y Venezuela. La negociación entre los representantes del gobierno y la oposición venezolana ha atemperado la irritación que produce el autoritarismo madurista. Pero las equivocadas declaraciones de Duque sobre las negociones y las diatribas constantes de Maduro contra su par colombiano han atizado la disputa en días recientes.
En Centroamérica, las alarmas están encendidas en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Daniel Ortega, siempre con el respaldo incondicional de La Habana y Caracas, ha llevado su voluntad reeleccionista a un punto de desfachatez como no se veía en mucho tiempo. En El Salvador, como ha señalado el periodista Oscar Martínez, en The New York Times, Bukele ha purgado a jueces, negociado con pandillas, empoderado al ejército, aupado la corrupción y habilitado la reelección.
En Guatemala, el presidente Alejandro Giammattei está siendo investigado por presuntos sobornos rusos y la situación en la frontera con México se vuelve cada vez más crítica, con la presión migratoria desde el Triángulo del Norte y la devolución forzosa de migrantes. Human Rights Watch y otras organizaciones están denunciando que dichas devoluciones, lo mismo desde Estados Unidos que desde México, se llevan a cabo sin respetar el debido proceso.
Se dice que diecisiete presidentes –la mitad– han confirmado asistencia a la cumbre de la CELAC. Pero los únicos nombres que se mencionan son el argentino Alberto Fernández, el uruguayo Luis Lacalle Pou, el ecuatoriano Guillermo Lasso, el costarricense Carlos Alvarado y el cubano Miguel Díaz Canel. A la última cumbre, en Punta Cana, República Dominicana, en 2017, sólo asistieron ocho mandatarios y casi todos del bloque bolivariano. Está por verse si esta cumbre logra relanzar la CELAC en medio de una crisis tan profunda del integracionismo.