En el seminario de Historia Intelectual de El Colegio de México, que coordinan Carlos Marichal, Alexandra Pita y Aimer Granados, se ha presentado el libro Las revistas culturales latinoamericanas (Buenos Aires, 2020). Su autor es Horacio Tarcus, historiador argentino, fundador y director del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (Cedinci), una institución que se ha vuelto indispensable para el estudio de revoluciones y socialismos, anarquismos y populismos latinoamericanos.
Tarcus es autor de algunos libros referenciales sobre la historia de las ideas en América Latina, como su estudio El socialismo romántico en el Río de la Plata (2016), donde siguió la pista a Esteban Echeverría y otros lectores de Fourier y Leroux, pero también de dos investigaciones precursoras sobre la recepción de Marx en Argentina y sobre la amistad entre José Carlos Mariátegui y Samuel Glusberg, decisiva para la evolución del socialismo porteño en los años 30.
Ahora Tarcus propone una historia de las revistas culturales latinoamericanas desde el siglo XIX. Observa el historiador que, desde entonces y no desde la época de las vanguardias, en los años 1920, como generalmente se piensa, los suplementos literarios comenzaron a abrirse a temas diversos como las artes, la filosofía, la historia y la ciencia, dando lugar a publicaciones que rebasaban el interés por la literatura.
Pone como ejemplos dos revistas, La Montaña, breve publicación quinquenal argentina, impulsada por Leopoldo Lugones y José Ingenieros, y la Revista Moderna en México, fundada, también, a fines del XIX, por Bernardo Couto, que tuvo un radio de interés mucho más amplio que el de publicaciones literarias modernistas previas, como la Revista Azul de Manuel Gutiérrez Nájera, Carlos Díaz Dufoo y Luis G. Urbina.
Las grandes revistas del siglo XX, las que primero vienen a la mente, Amauta en Lima, Sur, Babel, Contorno y Punto de vista en Buenos Aires, Avance, Orígenes y Ciclón en La Habana o Contemporáneos, Plural, Vuelta y Nexos en México, fueron eso, revistas culturales. En algún caso, como el de Plural, la revista fue suplemento cultural de un periódico, el Excelsior de Julio Scherer, pero en la mayoría se trató de proyectos intelectuales independientes, que, sobre la marcha, contaron con financiamiento de empresarios, gobiernos o partidos.
No hay contradicción en decir revistas “independientes” o “autónomas”, bajo diversas formas de dependencia financiera. Cuando una revista latinoamericana depende de empresas o mecenas es porque busca tomar distancia de partidos o gobiernos. Cuando se acerca a un gobierno, por lo general, trata de alejarse de gobiernos previos o de las plataformas de financiamiento de fundaciones internacionales. Octavio Paz fundó Plural pensando en una independencia de las fuentes externas de la Guerra Fría y, a la vez, del PRI, pero aspirando a un lugar en el presupuesto nacional.