Rafael Rojas

¿Cuarta secesión de Texas?

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Este mes de noviembre, el nuevo congreso del estado de Texas, que resulte electo en la contienda legislativa, deberá convocar a un referéndum para decidir si esa región se independiza de Estados Unidos. Texit se le llama a esa extraña epopeya separatista en el siglo XXI, que encabezan Daniel Miller y su Movimiento Nacionalista Texano, y que respalda el partido republicano local y manipula el gobernador Greg Abbott.

Por extravagante que parezca, la idea secesionista tiene poderosos antecedentes en la historia de esa región fronteriza, que formó parte del imperio de Iturbide y de la primera república federal mexicana. El primer intento de separación que conoció ese territorio fue el de la monarquía católica española en 1813. El acta de independencia de abril de este año, en San Antonio, firmada por Luis Masicote, se adhería a las acciones independentistas que lideraba el insurgente Bernardo Gutiérrez de Lara en el norte.

En aquel documento, los separatistas se presentaban como “colonos españoles” y mexicanos que seguían el ejemplo del “pueblo de Estados Unidos, que sacudió el yugo de la tiranía y declaró su independencia”. Más de veinte años después, en 1835, Stephen Austin, Samuel Houston y otros líderes de Texas, que en realidad provenían de Virginia, se rebelaron contra el gobierno mexicano, que muy pronto adoptaría un régimen centralista.

La nueva declaración de independencia de 1836, rechazada por México, en medio de la guerra, ya presentaba al grupo anglosajón hegemónico de Texas, como incompatible con la religión y el idioma practicados al sur de la frontera. Aquella república independiente duró apenas una década y en 1846 se anexó a Estados Unidos.

La tercera secesión de Texas se produjo en 1861, cuando el estado se unió a Carolina del Sur, Misisipi, Florida, Alabama, Georgia y Luisiana e integró la Confederación. El punto central de distinción con los estados de la Unión, el antiguo país al que pertenecían los texanos, era la esclavitud, que sus gobernantes estaban resueltos a sostener.

En las últimas décadas, el ascenso de la derecha republicana en Texas ha sido imparable. Hasta los años 70, casi todos los gobernadores texanos eran demócratas. Primero, en los 80, llegó William Clements a la jefatura del gobierno, luego, en 1995, George W. Bush. A partir de entonces el gobierno del estado ha permanecido en manos de republicanos. El actual gobernador, Greg Abbott, ha dado rango de política estatal a la xenofobia y el racismo defendidos por Donald Trump durante su campaña y su administración.

La cuarta secesión de Texas se plantea como remedio contra la “hispanización” o “latinización” de ese estado que produce el aumento de la migración. Abusando de las analogías históricas, se trataría de una mezcla de la segunda y la tercera secesiones, atizada por la ideología excluyente y nativista de la derecha alternativa trumpista, que promete una vuelta a la pureza étnica y nacional en el siglo XXI.