China es, desde hace años, el primer socio comercial de Suramérica, con lo cual una relación prioritaria con Beijing se ha vuelto inevitable. Como se ha visto en foros regionales diversos, como la Celac y la Cepal, el vínculo fluido y constante con la gran potencia asiática es un objetivo de la mayoría de los gobiernos de la región. En las mediciones más recientes de Latinobarómetro se observa que, a diferencia de Rusia, China es un país con una estimación crecientemente positiva entre las sociedades latinoamericanas y caribeñas.
Conforme fue aumentando el peso de la economía china en Suramérica, la percepción del país ha ido volviéndose cada vez más favorable. Aunque en niveles inferiores a la generalizada opinión positiva sobre Estados Unidos, Latinobarómetro reporta un crecimiento consistente de la valoración sobre China entre 2010 y 2020. Sin embargo, cuando se desglosa esa valoración por regiones y países, varios datos llaman la atención.
Los índices más altos de la aprobación de China, en América Latina, no provienen de los países que más se favorecen del vínculo comercial con el gigante asiático. Naciones centroamericanas como Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, destacan por sus altas estimaciones del papel de China en la región. En cambio, países directamente beneficiados por el intercambio con la potencia del Pacífico, como Brasil, Argentina, Chile y Uruguay, sin dejar de reportar una valoración positiva, están por debajo de la media.
Es cierto que esa opinión favorable sobre China, en América Latina y el Caribe, sigue estando en un rango menor a la que las sociedades de la región tienen sobre Estados Unidos. Sin embargo, en los ejercicios de Latinobarómetro, es posible advertir, en algunos aspectos, que la valoración latinoamericana sobre China supera a la del gran vecino del norte. Por ejemplo, los latinoamericanos perciben que, en poder económico y desarrollo tecnológico, China rebasa a Estados Unidos.
A pesar de que Estados Unidos ha colocado el tema de la democracia y los derechos humanos en el centro de su política exterior, en América Latina y el Caribe se tiene la impresión de que la Unión Europea es más confiable en esa materia, lo mismo que en la promoción de la paz y la preservación del medio ambiente. Aún así, de las tres potencias, Estados Unidos, la Unión Europea y China, ésta es la peor evaluada en temas de derechos humanos y gobernanza democrática.
Los datos de Latinobarómetro, sobre todo en la última década, son reveladores de la ascendente importancia de China para la región latinoamericana y caribeña. Una importancia para nada equiparable a la de Rusia, una potencia de muchísimo menos peso económico y diplomático en América Latina. Esos datos deberían ser suficientes para convencer a los gobiernos del cuidado con que deben conducirse las relaciones con Beijing, sobre todo, si se recuerda el alto grado de profesionalismo de la diplomacia china.