Las dos cumbres

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

En todas las cumbres de foros regionales de los últimos años, varios presidentes se han ausentado. Lo mismo en las iberoamericanas, que en las de la CELAC, que en las de las Américas, raras veces se logra una presencia total de mandatarios del hemisferio. Esa subrepresentación está relacionada con la crisis del regionalismo y los marcos de integración que se vive desde la década pasada.

El tema de las ausencias, en la novena Cumbre de las Américas de Los Ángeles, acapara los titulares y los tres gobiernos excluidos, el cubano, el venezolano y el nicaragüense, se apresuran a dictaminar el fracaso del foro. No sólo eso, los tres interpretan la ausencia de presidentes como Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce, Xiomara Castro y Alejandro Giammattei como gestos de solidaridad. Una solidaridad a la que atribuyen la suscripción de la naturaleza no democrática de sus propios regímenes.

Nada más lejos de la realidad: cada uno de esos presidentes no acude a Los Ángeles por razones diferentes. López Obrador lo hace porque su presión para que fueran invitados los tres gobiernos no dio resultado. Dicho de otro modo, no viaja porque dio su palabra, no porque comparta los sistemas políticos establecidos en esos países. Tampoco los comparten Arce y Castro, a pesar de que el primero forma parte de la Alianza Bolivariana. Giammattei no va en señal de protesta a las acusaciones de corrupción que le han lanzado desde Estados Unidos, aunque argumenta “temas exclusivamente de agenda”.

De los ocho presidentes ausentes en la cumbre, además del uruguayo Luis Lacalle Pou, que no va por estar contagiado de Covid-19, cinco enviarán representaciones de alto nivel. De manera que la gran mayoría de gobiernos latinoamericanos y caribeños estará presente en Los Ángeles. Esa gran mayoría, que apuesta por la preservación y profundización de los foros interamericanos y que es signataria de la Carta Democrática, deliberará sobre los grandes problemas de la región.

Detrás de los grandes reflectores de la cumbre mediática de las exclusiones y las denuncias, sesionará la cumbre de las negociaciones y los acuerdos en materia de migración, medio ambiente, igualdad de género, transición energética, tráfico de armas, autosuficiencia alimentaria y combate a la pobreza, la corrupción y el narcotráfico. Es cierto que en América Latina y el Caribe hay consenso en contra del embargo a Cuba y de la exclusión de Venezuela y Nicaragua de la cumbre, pero no es menos cierto que también predominan la conciencia y la voluntad de enfrentar esos problemas acuciantes en diálogo con Estados Unidos y Canadá.

Son minoría los gobiernos que no comparten la perspectiva interamericana, que México defiende en su versión más profunda. Y esa minoría coincide, a su vez, con el reducido número de estados que niega de la diferencia entre democracia y autoritarismo y que no está dispuesto a considerar prioritaria la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas.

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