El gobierno de Benjamin Netanyahu insiste una y otra vez en que su guerra es contra Hamas y no contra la población civil de Palestina. Como hemos señalado aquí, esa distinción es difícil de sostener desde el inicio de la guerra, dada la estructura demográfica y la situación geográfica de las comunidades de la franja.
Un informe reciente de la Relatora de la ONU para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, sostiene, sin embargo, que en la escalada israelí se cumplen los elementos distintivos del concepto de genocidio. Esos elementos, identificables en todos los casos históricos de genocidio, confirman la iniciativa de Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia.
El primero de los elementos es el “asesinato deliberado de miembros de un grupo humano”, que se evidencia con los más de 30,000 muertos desde el inicio del conflicto. La Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de la ONU, de 1948, contempla esa caracterización, perfectamente aplicable a la ofensiva de Israel en Gaza.
Otro componente del caso de genocidio, la provocación de “daños graves físicos o mentales a miembros de un grupo”, también se ha verificado en la nueva guerra de Palestina. Los ataques indiscriminados a refugios y hospitales y los obstáculos recurrentes al ingreso de ayuda humanitaria en la franja han aumentado las secuelas sanitarias del conflicto
Otro componente del caso de genocidio, la provocación de “daños graves físicos o mentales a miembros de un grupo”, también se ha verificado en la nueva guerra de Palestina. Los ataques indiscriminados a refugios y hospitales y los obstáculos recurrentes al ingreso de ayuda humanitaria en la franja han aumentado las secuelas sanitarias del conflicto.
El tercer elemento propio de un caso de genocidio, señalado por la ONU, es la “creación deliberada de condiciones precisas para la destrucción física parcial o completa de un grupo”. En las tácticas de guerra de exterminio de Israel, la relatora Albanese encuentra indicios de lo que podría ser una circunstancia de limpieza étnica de facto.
La ONU observa en las respuestas de la misión israelí en Ginebra una negación permanente de evidencias abrumadoras. El gobierno de Netanyahu, por su parte, acusa a la investigadora de Naciones Unidas de “inversión de la realidad”, ya que sus acciones serían actos de legítima defensa frente los atentados terroristas de Hamas.
La guerra de Gaza va resultando extraordinariamente impopular entre la juventud liberal de Estados Unidos, un sector estratégico de la base electoral de los demócratas. Entre esa juventud y la ortodoxa de Israel se está produciendo una convergencia sorpresiva e indeliberada
A pesar de que el conflicto parece mantenerse en ese punto irreductible de acusaciones mutuas, el gobierno de Netanyahu acaba de anunciar un nuevo intento de cese al fuego inmediato, en las rondas de negociaciones de Doha y El Cairo. Las negociaciones, impulsadas por la mediación de Qatar, han logrado incluir a representantes de Hamas y el Mossad.
El anuncio del cese al fuego se ha dado a conocer en el momento de la mayor crisis política del gobierno de Benjamin Netanyahu, desde que comenzó la guerra. La propuesta de conscripción masiva para extender la capacidad militar de Israel ha chocado con una fuerte oposición interna, que amenaza la permanencia de Netanyahu en el poder.
A diferencia de Vladimir Putin, que en su variante bonapartista logra la interdependencia entre su aprobación popular y la guerra contra Ucrania, Netanyahu ve el consenso de su gobierno amenazado por una guerra cruel y costosa. El aislamiento internacional de Israel, que crece en la medida en que el gobierno de Joe Biden toma distancias prudenciales, en medio de su proceso electoral interno, se vuelve contraproducente para la propia política israelí.
La guerra de Gaza va resultando extraordinariamente impopular entre la juventud liberal de Estados Unidos, un sector estratégico de la base electoral de los demócratas. Entre esa juventud y la ortodoxa de Israel, opuesta a la conscripción militar, se está produciendo una convergencia sorpresiva e indeliberada que interpone nuevos límites a la reproducción del conflicto.
El daño de esta guerra en la Franja de Gaza, como pronostica la ONU, será enorme. Muchos actores internacionales, en el Medio Oriente, Europa y Estados Unidos, que deberán tomar parte en la reconstrucción, comienzan a advertirlo. El gobierno de Israel es consciente de ello y puede estar, ahora mismo, contemplando una salida negociada.