Rafael Rojas

Una hipótesis sobre Bukele

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas
Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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E l presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha anunciado formalmente que buscará la reelección en 2024. Luego de su intervención militar del congreso en 2020, del control del poder judicial en 2021 y de la declaración de “constitucionalidad”, por una corte leal, de la reelección presidencial, a fines del año pasado, ahora Bukele adelanta su candidatura electoral para un segundo mandato en 2024.

Como otras constituciones latinoamericanas del periodo de la transición democrática, la salvadoreña de 1983 sólo contempla un periodo presidencial de cinco años, sin reelección continua. El artículo 154 establece que “la persona que haya ejercido la presidencia por cinco años”, no podrá permanecer en el cargo “ni un día más”.

Aunque controla la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, Bukele no ha intentado, como Hugo Chávez y algunos regímenes bolivarianos, reformar el texto constitucional para establecer la reelección continua o indefinida. De haberlo intentado, lo habría conseguido sin mayores contratiempos.

¿Por qué ha eludido la reforma constitucional el presidente salvadoreño? Una hipótesis posible sería que para echar a andar un proceso así, su gobierno debería derogar el estado de emergencia establecido desde principios de este año, so pretexto de combatir a las pandillas criminales y otras amenazas a la seguridad nacional.

La conclusión del régimen de excepción sería un requisito para elegir un congreso constituyente o para someter a plebiscito el resultado de una reforma constitucional, emprendida por la actual Asamblea Legislativa. Bukele busca reelegirse sin tener que prescindir del estado de emergencia porque, de hecho, su proyecto es inconcebible sin un orden de excepción por amenazas a la seguridad nacional.

Nayib Bukele, en El Salvador, está dando forma al nuevo autoritarismo latinoamericano del siglo XXI. Un autoritarismo que no es exactamente de izquierda, ni exactamente de derecha, pero que toma elementos de los modelos en pugna en las primeras décadas de este siglo: reelección y neoliberalismo, militarización y libre comercio, punitivismo y criptomonedas.

No sólo quiere eludir Bukele la ruta del imperio de la ley sino cualquier identificación fuerte con los regímenes bolivarianos. Su opción, como acaba de trasmitir en la Asamblea General de la ONU, es ambivalente, de derecha y de izquierda a la vez. De ahí que cualquier alineamiento con alguno de los polos de la actual geopolítica latinoamericana le resulte contraproducente.

Sin sumarse ideológicamente al bloque bolivariano, Bukele juega la carta autoritaria desde un discurso soberanista. Mantiene el estado de emergencia y la militarización de la seguridad, más allá de los tiempos previstos, y se desentiende del marco constitucional en su propuesta de reelección. Como Maduro u Ortega, a cualquier crítica de la comunidad internacional, responderá en nombre de la patria.