El ministerio de cuerpos celestes

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas
Rafael Rojas Foto: larazondemexico

El gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua ha creado una “Secretaría Nacional de Asuntos del Espacio Extraterrestre, la Luna y otros Cuerpos Celestes”. No es broma, como han contado Carlos Salinas Maldonado en El País y Sergio Ramírez en La Jornada. Es un nuevo ministerio en toda regla que se propone realizar investigaciones astronómicas para desarrollar la ciencia, la tecnología y la educación en Nicaragua.

La información es vaga y, por tanto, la noticia genera todo tipo de especulaciones en un país donde la esposa del presidente, Rosario Murillo, que es también la Vicepresidenta de la República, es una practicante dedicada de la astrología. Murillo es una pieza fundamental de la maquinaria mediática del gobierno de Ortega y oficia como consejera espiritual del propio presidente y del pueblo que lo sigue.

El anuncio del ministerio de cuerpos celestes ha sido colocado en una lista de caprichos megalómanos que incluye el canal interoceánico y la instalación de un satélite, ambos con apoyo de empresarios chinos. Pero también puede ser interpretado como una señal más de la mutación del líder sandinista que en su juventud dijo ser plenamente “marxista-leninista”.

El cosmos es fundamental para la generación de la izquierda latinoamericana que pasó, a fines del siglo XX, de un socialismo de tipo marxista a otro de tipo populista. Si para los marxistas prosoviéticos la conquista del espacio era uno de los grandes retos científicos de la Guerra Fría, para los socialistas de estilo cristiano-chavista era también el acceso a la fuente de todos los misterios.

En el proyecto de Ortega se entrelazan ambas raíces, la modernizadora del viejo sandinismo socialista y la tradicionalista del nuevo clan caudillista. La apelación a los “cuerpos celestes” da pie a todo tipo de supercherías que se ponen en función de una estructura mística de poder, cuyo fin es explotar las creencias populares para perpetuar a una pareja en el mando del Estado.

Es inevitable en este punto recordar la tesis doctoral de Karl Marx en la Universidad de Jena, en 1841, titulada “La diferencia entre la filosofía natural de Demócrito y Epicuro”. Allí Marx se enfrentaba a toda una tradición teológica, personificada en Petri Gassendi, que había escamoteado el radical materialismo de Epicuro. Según Marx, la grandeza de Epicuro radicaba en haberse opuesto no sólo a toda la filosofía helénica sino a los mitos populares y sostener que la astronomía antigua no era más que la veneración o el culto de los griegos a su propio espíritu.

Sobre el proyecto de los cuerpos celestes de Ortega y Murillo podría decirse lo mismo: es un monumento a la creencia en el reflejo de sus propios espíritus en planetas desconocidos y objetos astronómicos. La izquierda populista latinoamericana, desde Perón y Evita, mostró más sensibilidad para la cultura popular que la marxista-leninista. Pero una cosa son los mitos populares y otra las imposturas de una élite.

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