La revista Letras Libres dedica el número de febrero a discutir un tema crucial para América Latina a inicios del siglo XXI: el declive y la recuperación del paradigma de la sociedad civil. Las teorías de las transiciones democráticas de fines del siglo XX, descontinuadas por el ocaso de modelos dictatoriales de Guerra Fría, pero útiles para enfrentar las nuevas variantes autoritarias, dieron una importancia central a la autonomía de la sociedad civil.
En el primer ensayo del dossier de Letras Libres, el politólogo australiano John Keane sostiene que la idea de la sociedad civil no sólo fue hostilizada por las izquierdas nacionalistas y socialistas sino también por las derechas neoliberales. La tesis de la “gobernanza democrática”, tan de moda todavía en la primera década del siglo XXI, en medios académicos latinoamericanos, puso el foco de atención en los gobiernos y su capacidad para generar políticas de consenso.
Tanto Keane como Lisa Sánchez, Edna Jaime y Cynthia Ramírez, que colaboran en ese número, detectan una nueva ofensiva contra la sociedad civil desde los nuevos autoritarismos del siglo XXI. Estos ascienden como parte de la reacción contra el desmantelamiento del sector público en el neoliberalismo, pero generan nuevas objeciones a la sociedad civil porque desafía el dominio del Estado.
Como se desprenden de esos y otros testimonios, bajo gobiernos con fuertes proyectos de hegemonía política, como el de Vladimir Putin en Rusia, Jair Bolsonaro en Brasil o Andrés Manuel López Obrador en México, las organizaciones de la sociedad civil se ven eventualmente limitadas por recortes presupuestales, campañas mediáticas oficiales, judicialización política casuística o estigmatización de fuentes de financiamiento externo.
La tensión política entre el Estado y la sociedad civil puede conducir, en regímenes con menos márgenes de libertades públicas como el cubano o el venezolano, a una abierta hostilidad. Los gobiernos asumen como enemigas a las organizaciones de la sociedad civil y estas se radicalizan bajo una modalidad más cercana a la de entidades de oposición por otros medios. En estos casos, tanto el gobierno como las sociedades civiles, se alinean con potencias rivales del tablero geopolítico, alterando más aún el tipo de relación que deben sostener esos actores en condiciones democráticas.
La lectura del último número de Letras Libres permite concluir que la rearticulación de la sociedad civil se enfrenta a la nueva estadolatría de los autoritarismos del siglo XXI. Una estadolatría que, como la descrita por Antonio Gramsci, en los Cuadernos de la cárcel (1929-1931), es propia del “gobierno de los funcionarios”, que rechaza instintiva y racionalmente toda “autonomía” o “espontaneidad”. Para el marxista italiano, la democracia socialista era, justamente, el rebasamiento de esa fase del “Estado gendarme o sereno” por medio del “autogobierno de grupos e individuos”.