El obligatorio regionalismo

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

La más reciente cumbre del Mercosur en Asunción, Paraguay, llega para confirmar que, con independencia de que tan aislacionistas o globalistas sean las políticas exteriores de los nuevos gobiernos latinoamericanos, hay un rango intermedio de integración, el propiamente regionalista, que resulta obligatorio. Allí vimos a líderes de muy diversa orientación ideológica como el uruguayo Luis Lacalle Pou, el brasileño Lula da Silva, el boliviano Luis Arce y el panameño Santiago Peña.

El presidente de Argentina, Javier Milei, debió asistir a la cita de Asunción, pero prefirió reunirse con otros miembros de la Acción Política Conservadora en Brasil, con la presencia del expresidente Jair Bolsonaro, el candidato presidencial chileno José Antonio Kast y el mexicano Eduardo Verástegui. Estos líderes forman parte, junto con Trump, Le Pen, Orbán, Salvini y Vox en España, de la creciente red de extrema derecha que se extiende en el mundo.

Milei, sin embargo, envió a Asunción a su canciller, Diana Mondino, quien reiteró que para Argentina es fundamental la existencia de Mercosur. La diplomática negó que hubiese enemistad entre Lula y Milei, ya que nunca se habían conocido y señaló que entre las cancillerías vecinas se estaba trabajando en un posible encuentro entre los dos mandatarios.

El cuidado con que se ha manejado la ausencia de Milei en Asunción, pone en evidencia lo relevante que resulta para Mercosur mantener a Argentina dentro del foro. Como con Brasil, cuando gobernó Bolsonaro, la plataforma integracionista se siente amenazada por la salida de Argentina. Una amenaza que deliberadamente blandió Bolsonaro durante su presidencia, y que puso al Mercosur a los pies del Brasil.

Algo equivalente busca Milei, y no de otra manera debería entenderse su encuentro paralelo con Bolsonaro. El argentino estaría rindiendo homenaje al brasileño en un momento decisivo para el futuro de Mercosur. Con esa presión la nueva derecha de la región estaría avanzando en su normalización. Al aumentar los costos de la fricción, por medio de la amenaza de ruptura, Bolsonaro y Milei logran que los tengan en cuenta.

A cambio de esa presión, Lula consigue la entrada de Luis Arce y Bolivia, la cual da un espaldarazo oportuno al actual presidente boliviano, en medio de la turbulencia que siguió al intento de golpe de Estado del 26 de junio y a la posición cada vez más intransigente de Evo Morales. El ingreso al Mercosur fortalece a Arce, frente al creciente proselitismo nacional e internacional de Morales a favor de su regreso a la presidencia.

Mercosur lleva décadas de crisis en crisis. Primero fue la gran disputa por Venezuela, tras la represión y el desconocimiento de la Asamblea Nacional por el gobierno de Nicolás Maduro, en 2017, que condujo a la suspensión de ese país del foro suramericano. Luego vendría la pertenencia bajo protesta de Brasil y ahora la de Argentina. Se trata de un foro habituado a la fricción y el conflicto.

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