Petro, Boric y la vuelta al regionalismo

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Desde la campaña presidencial, se hicieron perceptibles las conexiones de los proyectos de gobierno que encabezan Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia. Tras la toma de posesión, en Bogotá, esas convergencias comienzan a fructificar en el relanzamiento del vínculo bilateral de esos dos países suramericanos, cuyos presidentes han encabezado el primer acto diplomático del nuevo gobierno colombiano, en la Casa de Nariño.

En conferencia de prensa, los mandatarios enlistaron puntos de coincidencia en el horizonte de una nueva izquierda democrática latinoamericana. Destacaron la importancia de una reforma fiscal que dé sustento a la igualdad por medio de una recaudación que incremente el gasto público a favor de la expansión de derechos sociales. También se alinearon en la necesidad de impulsar políticas concretas a favor de las comunidades afrodescendientes e indígenas, en su derecho al autogobierno y en su reconocimiento como sujetos jurídicos.

Petro y Boric destacaron una voluntad común de avanzar en la reformulación de la política energética desde el paradigma de las fuentes limpias. Los mandatarios insistieron en que la transición energética es indisociable de cualquier intento serio de dinamizar la agricultura o la industria, y que tampoco está desligada de los propios esfuerzos por dotar de una dimensión comunitaria a la estrategia de reconocimiento y dignificación de los pueblos originarios y afrodescendientes.

Los presidentes agregaron, a sus objetivos antirracistas y ambientalistas, la apuesta por la paridad de género y la defensa de los derechos de las mujeres. Boric recordó que ésa es una de las más reconocibles innovaciones de la nueva Constitución chilena y mencionó que había confirmado la sintonía con las propuestas, en el mismo sentido, de la vicepresidenta Francia Márquez. En su discurso de toma de posesión, Petro dio forma a su mensaje de paz, reconciliación y perdón, a través de la voz de una niña indígena.

Estas coordenadas ideológicas compartidas los diferencian de los liderazgos más autoritarios y patriarcales de la izquierda latinoamericana y caribeña. No es raro que expresaran interés en recuperar agendas de integración regional, que el reciente geopoliticismo ha desfigurado. Petro citó a la CEPAL y sus propuestas de regionalización, y llamó a rehacer el Pacto Andino, al que debería reincorporarse Chile, iniciativa que habrá que cotejar con el proyecto de la cancillería mexicana de reactivar la Alianza del Pacífico.

Ambos presidentes se refirieron a la importancia de retomar y profundizar los acuerdos de paz con las guerrillas de las FARC y el ELN, con el propósito deliberado de que Chile se convierta en sede de las pláticas con el gobierno colombiano, en la nueva etapa. También coincidieron en que las viejas estrategias de criminalización y hostilización del tráfico de drogas están agotadas, y urgieron a buscar nuevos enfoques.

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