La soledad del comunista venezolano

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El 28 de julio en la noche, Nicolás Maduro fue proclamado presidente de Venezuela sin que la autoridad electoral de ese país publicara evidencia de los resultados de la contienda. Unos pocos países del mundo se adelantaron a reconocer la reelección de Maduro, entre ellos, los de Rusia, Nicaragua, China y Cuba. En estos dos últimos gobierna el Partido Comunista, aunque sus respectivos programas tengan poco que ver ya con el comunismo histórico de Marx, Engels o Lenin.

Luego de que se hiciera evidente que el Consejo Nacional Electoral no publicaría las actas de la elección y de que la propia oposición diera a conocer las suyas, esos gobiernos mantuvieron el alineamiento. También lo hizo el gobierno ruso, que llegó a exigir que la oposición admitiera su derrota frente a Maduro. Por alianza geopolítica o por fe ideológica, esos gobiernos validaron un acto de posverdad.

En Chile, el Partido Comunista que encabeza Lautaro Carmona, que forma parte de la alianza del gobierno, protestó contra el posicionamiento del presidente Gabriel Boric y su cancillería a favor de la publicación de las actas electorales en Venezuela. El presidente tuvo que recordar a Carmona y a los diputados comunistas, Boris Barrera y Carmen Hertz, también molestos con la postura de Boric, que, constitucionalmente, la política exterior de Chile la dirige el jefe del Estado.

Mientras dos de los más influyentes gobiernos comunistas del mundo, el chino a escala global y el cubano, específicamente, al nivel de la izquierda latinoamericana, reafirmaban su respaldo incondicional a Maduro, en Venezuela, el Partido Comunista, que apoyó la candidatura de Enrique Márquez, exigía que el CNE publicara las actas y denunciaba la violación de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE).

Márquez llegó a sugerir que el informe presentado por el titular del CNE, Elvis Amoroso, no se elaboró en la sala de conteo de votos de la autoridad electoral y que el contenido del mismo contradecía las evidencias presentadas por los testigos de su alianza en las mesas de votación. Las “actas son la paz del pueblo venezolano, no juegue con la paz”, dijo el candidato al funcionario.

Por su parte, el Buró Político del Partido Comunista de Venezuela lanzó un mensaje de “alerta” a la “opinión pública internacional”, en la que aseguraba que Nicolás Maduro, que “había despojado al pueblo de derechos sociales y económicos”, ahora amenazaba con privarlo de sus “derechos democráticos”. Como el corredor de fondo de Alan Sillitoe, los comunistas venezolanos iban solos contra la izquierda hegemónica.

No es la primera vez que un partido comunista latinoamericano desafía los poderes de la izquierda mundial. En la Guerra Fría hubo más de un ejemplo, pero pocas veces como ahora, ante la manipulación del sufragio en Venezuela, se dio tanta muestra del falso compromiso con la democracia de amplios sectores de las izquierdas en el poder en América Latina y el Caribe.