América Latina vivirá tres elecciones decisivas este año. Decisivas para cada uno de los países que experimentarán esos procesos electorales (Costa Rica, Colombia y Brasil) y para toda la región. Las dinámicas geopolíticas de América Latina y el Caribe, tan desfiguradas en los últimos años, se alterarán de acuerdo al triunfo o la derrota de unos u otros candidatos.
Las primeras elecciones en Costa Rica muestran una notable pérdida de impulso del candidato oficial Welmer Ramos. De no consolidar su candidatura Ramos, es probable que avancen alternativas más ubicadas a la derecha como las del líder evangélico Fabricio Alvarado o la ex vicepresidenta Lineth Saborío. En una región en que avanza el conservadurismo y el autoritarismo, como Centroamérica, y donde Costa Rica ha jugado tradicionalmente un papel de equilibrio, podría afianzarse el retroceso político.
A fines de mayo tendrá lugar la importante elección presidencial en Colombia, donde medirán fuerzas la opción de izquierda que encabeza Gustavo Petro, favorito en las encuestas, y varias figuras de la derecha tradicional, como Alejandro Char, Enrique Peñalosa u Oscar Iván Zuloaga, candidato del poderoso Centro Democrático, respaldado por Álvaro Uribe y el actual presidente Iván Duque.
Dado el descenso en la popularidad de Duque, los analistas mueven sus pronósticos entre un triunfo cantado de Petro y un ascenso de opciones centristas como las del exalcalde de Medellín Sergio Fajardo, el economista Alejandro Gaviria o el senador Juan Manuel Galán, hijo del asesinado líder del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán, víctima de la violencia desatada por los cárteles de Medellín y Cali en los años 80.
La tercera elección importante latinoamericana será la brasileña, en octubre de 2022. Ésa, la más distante, es la contienda que genera escenarios más previsibles, por el peso que su resultado tendrá en la correlación de fuerzas regionales. No pocos dan por seguro el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva frente al intento de reelección de Jair Bolsonaro, pero tampoco habría que descartar en Brasil, como en Colombia, la emergencia de opciones de centro.
Los posibles triunfos de Petro en Colombia y Lula en Brasil darían un impulso decisivo a la nueva ola de izquierda en la región, confirmada recientemente con las victorias de Xiomara Castro en Honduras y Gabriel Boric en Chile. Pero ese impulso tendría un impacto diverso en la geopolítica regional. El panorama de la izquierda latinoamericana es cada vez más heterogéneo y no se traduce, como a principios del siglo XXI, en alianzas consistentes.
Si Lula gana, después de Petro, encontraría un horizonte protagonizado por izquierdas distanciadas del polo bolivariano. Su tendencia al respaldo al autoritarismo en Venezuela, Nicaragua y Cuba se vería contrarrestada por políticas como las que hasta ahora han sostenido México, Argentina y Perú, a las que seguramente se sumarían Chile y Colombia.