Alberto Vergara es un académico e intelectual peruano que en los últimos años se ha caracterizado por una pertinente intervención pública en la crisis de la democracia de su país. Su libro más reciente, Repúblicas defraudadas (Lima, Crítica, 2023), extiende la mirada crítica al atasco político de las naciones latinoamericanas. Y lo hace con un repertorio muy heterodoxo de fuentes: estadísticas, tratados, ensayos, novelas, películas y canciones.
Lo que sostiene el ensayista peruano es que no basta con clasificar los regímenes políticos en “democráticos” o “autocráticos”, “liberales o iliberales”, populistas o no, izquierdistas o derechistas. La crisis de la democracia está generalizada en la región, aunque no oculta que hay diversos grados de la misma y llama a no establecer falsas equivalencias.
En los últimos años, recuerda Vergara, los estallidos sociales afectaron a muy diversos tipos de gobiernos: al venezolano y al colombiano, al chileno y al cubano, al haitiano y al nicaragüense. En casi todos los países de la región la pandemia afectó a sectores precarizados por políticas económicas incapaces de detener el crecimiento de la desigualdad y la pobreza.
Algunas estadísticas repasadas por el académico en su libro demuestran un deterioro generalizado en términos de igualdad social y económica. Es cierto que en las dos primeras décadas del siglo XXI se produjo “una disminución de las formas más extremas de exclusión”, pero esa tendencia parece revertirse en Centroamérica, el Caribe y el Cono Sur.
En los últimos años el porcentaje de la clase media parece haber disminuido a menos del 50% en Argentina, a menos del 30% en México y a menos del 17% en Guatemala. La posición de países como Brasil, Colombia y El Salvador en el ranking de movilidad social está por encima del lugar 60. Quito, Bogotá, Ciudad Guatemala, Sao Paulo, Río de Janeiro y Santo Domingo están entre las veinte ciudades más desiguales del mundo.
Esa desigualdad responde a fallas evidentes en la distribución del ingreso, pero también a ineficiencias en las políticas económicas más generalizadas. A partir de un estudio de Felipe Correa, Valentina Leiva y Giovanni Stumpo, Vergara sostiene que en Europa las microempresas aportan el 20% del PIB, mientras en América Latina sólo 3.2%.
La participación de las pequeñas y micro empresas en las exportaciones en Alemania, España, Francia e Italia es mayor del 10%. En Argentina, Brasil y Chile es prácticamente nula, mientras que la productividad relativa interna de las medianas empresas en la región estaba, hasta hace muy pocos años, por debajo del 50%.
Las diversas formas de inequidad y exclusión en América Latina y el Caribe tienen a su favor la práctica generalizada de la corrupción y el incumplimiento de la ley. A veces, un incumplimiento que, como han advertido estudiosos como Fernando Escalante para México y Mauricio García Villegas para Colombia, recurre a una sofisticada simulación de acatamiento legal.
El triste resultado de todo esto es, a juicio de Vergara, la proliferación de “repúblicas a medias”, incompletas o imaginarias. Su ensayo llama a mirar de frente esa condición y a evitar las sublimaciones ideológicas al uso. De ahí que, a su entender, buena parte del discurso involucrado en las polarizaciones políticas nacionales confunda la crisis de la democracia con algo más profundo que es el carácter incompleto del pacto republicano en América Latina y el Caribe.
La propuesta del académico peruano es, justamente, volver a la tradición republicana, en una versión actualizada por autores como Pierre Rosanvallon y Roberto Gargarella, Hilda Sábato y Carmen Mc Evoy. Una tradición que tendría respuestas para las democracias en crisis del siglo XXI e, incluso, para los rebrotes autoritarios, si se parte de la premisa de que la inclusión y la igualdad son las garantías de existencia de la forma republicana de gobierno.