Roger Bartra y la memoria de la izquierda

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Roger Bartra, en una foto de archivo.
Roger Bartra, en una foto de archivo. Foto: Cuartoscuro

Es tiempo de memorias en el campo intelectual mexicano. En años recientes hemos leído textos autobiográficos de Enrique Krauze, Claudio Lomnitz, Héctor Aguilar Camín, José Woldenberg y otros protagonistas del debate de ideas en las últimas décadas. Toca la palabra, ahora, al antropólogo y ensayista Roger Bartra (Ciudad de México, 1942), hijo del poeta Agustí Bartra y la escritora y traductora Anna Murià, exiliados españoles durante el franquismo.

En Mutaciones (Debate, 2022), este importante académico de las ciencias sociales cuenta la historia de sus vidas y sus obras. Digo “sus vidas” porque desde las primeras páginas se asegura que existen muchos Bartras: el militante y el profesor universitario, el político y el científico, el intelectual público y el investigador de cuestiones agrarias, identitarias y neurológicas, el editor de publicaciones legendarias como Historia y Sociedad, El Machete y La Jornada Semanal y el crítico del nacionalismo revolucionario y el autoritarismo priista.

Al paso de una a otra faceta, que en gran medida constituye la oscilación permanente entre diversos roles públicos, Bartra le llama “mutaciones”, siguiendo un concepto que él mismo aplicó a la identidad mexicana en su clásico ensayo, La jaula de la melancolía (1987). Junto a esas mutaciones del autor, la autobiografía ofrece una historia de la concepción de sus libros (Estructura agraria y clases sociales en México, Las redes imaginarias del poder político, El salvaje ante el espejo, El duelo de los ángeles, Antropología del cerebro), de enorme valor para el estudio de su obra.

Si algo hace de Bartra un referente clave de las ciencias sociales mexicanas y latinoamericanas, de la Guerra Fría para acá, es la invención de un lenguaje propio. Mutaciones (2022) recapitula el glosario del antropólogo para pensar nuestras sociedades: estructura agraria, modo de producción asiático, despotismo burgués, redes imaginarias, mediación, metamorfosis, melancolía, exocerebro.

Se trata de un lenguaje endeudado con el marxismo, pero que abre una ruta singular, con tensiones explícitas con buena parte del pensamiento neomarxista, de Michel Foucault a Ernesto Laclau. Bartra califica como “dogmáticos” sus primeros libros sobre la estructura agraria, el despotismo burgués o, incluso, las redes imaginarias del poder político. Pero habría que colocarse en la perspectiva del marxismo predominante en las ciencias sociales latinoamericanas de la Guerra Fría para distinguir aquel “dogmatismo” de sus versiones más retrógradas en la URSS o en Cuba.

Mutaciones (2022) es también una investigación, cercana a lo que hoy se llama “autoetnología”. Bartra reconstruye críticamente su propia identidad, en la esfera académica, intelectual y política, y lo hace, como en sus libros citados, recurriendo a fuentes originarias. En este caso, la rica correspondencia con sus padres, Agustí y Anna, que fueron también sus mentores intelectuales, una bitácora imaginaria de su paso por el Colegio Madrid, cuadernos de apuntes, artículos de opinión, polémicas y entrevistas con la prensa en el último medio siglo.

En el epistolario con los padres aparece, desde un inicio, el tema de la “fangosa” política, como consecuencia de las sucesivas fases de sus posicionamientos en la izquierda: la guerrilla de Rubén Jaramillo en Morelos, el PCM, el PSUM, el MAP, el PRD, el levantamiento del EZLN en Chiapas y, finalmente, la apuesta por la transición democrática en los 90 y los 2000, que lo llevaría al distanciamiento de la izquierda hegemónica.

Ese distanciamiento se ha agudizado tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador y Morena al poder en 2018. Una de las últimas escenas del libro es la conferencia mañanera del 5 de abril de 2021, donde el presidente lo contrapuso a Enrique Semo, en otra más de las diarias visiones maniqueas que hoy se lanzan desde el poder.

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