Un ideal porvenir

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Solano *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En su Teoría de la Democracia, Sartori recupera un concepto fundamental para los tiempos que vive México, demolatría, que se refiere a esas grandes discusiones en torno al pueblo sin tomarlo realmente en consideración. El demólatra habla del “pueblo”, adora hacerlo, pero acaba haciendo un fetiche del concepto, y en consecuencia revela un profundo desprecio por el pueblo que ensalza, por los pobres, por los desamparados.

En el nombre del “pueblo bueno”, México adoptó un gobierno populista que ha buscado abrir ventanas para modificar el régimen democrático. A la luz del análisis racional, está el fracaso de la propuesta personalista, profundizado por su falta de capacidad ante el desafío de la pandemia y los cambios en el mundo.

Y en medio de esto, el cambio político es evidente. Después de la Gran Depresión de 2008, los cambios mundiales se aceleraron; con la Pandemia Covid-19 seguramente vendrá una nueva etapa para la economía, la tecnología y consecuentemente para la democracia.

Ante este nuevo paradigma mundial, México tiene la posibilidad de construir un nuevo ideal nacional, alejado de la polarización y edificado sobre el dialogo racional y democrático. Sería trágico que este ideal se malinterpretara como un pacto de cúpulas partidistas, tampoco se podría ejecutar con un arranque cimentado en la corrupción, sería tanto como entregar el destino del país al populismo autoritario.

El centro del porvenir está en la defensa de la existencia humana y de la persona, en palabras del filósofo alemán Nida-Rümelin, en cuatro puntos esenciales 1) libertad, 2) responsabilidad, 3) racionalidad y 4) dignidad.

El ideal por venir, no puede ser etéreo, tiene que materializarse en políticas efectivas para resolver los problemas de la gente común, debe ser popular, con una compasión original por los pobres y un sentido profundo por resolver la desigualdad mexicana. Este ideal debe aprender a insertarse, en una sociedad contextualmente heterogénea y cada vez, con mayor desarraigo y globalidad.

Para entrar al diseño, debemos saber que la construcción misma tiene que defenderse con firmeza, y con racionalidad en la arena pública popular, no solo en el círculo rojo; dejar de aceptar el acomodo de la narrativa de que el proceso democrático no sirve, y transmitir que la democracia es inacabada por naturaleza, porque está en constante construcción mientras la humanidad avance. Si no la adaptamos con velocidad a los contextos y socializamos sus valores y productos de manera popular, entonces elevamos los riesgos de lastimarla.

En esa socialización se encuentra la defensa del talento y del mérito; que a su vez, es la defensa de la libertad, que nos permite alejarnos del oscurantismo mesiánico. Porque hoy, tenemos tiranos, que nos dicen que construir mérito es la tiranía, tenemos demólatras que nos hablan del pueblo bueno, pero que con sus acciones lo desprecian, que nos hablan de nación y nos dividen; y ahí está el reto de construir un ideal porvenir. No es construir una sola escalera, es construir muchas escaleras, para muchos mexicanos, porque una sociedad talentosa y racional, es más democrática por definición. El ideal porvernir es democrático, es liberal y es popular.

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