Mundial: sociedad y política

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Rafael Solano<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Solano*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Calles vacías, televisiones a todo volumen, el murmullo, el grito, fue el sonido de fondo que se escuchó en restaurantes, escuelas, plazas, salas, oficinas, en el primer partido del Mundial de Catar 2022 y es que, de acuerdo al Centro de opinión pública de la UVM, después de los desastres naturales, entre los mexicanos, la selección nacional de futbol provoca el mayor sentimiento de unidad nacional para 9 de cada 10.

Y es que cuando Lewandowski estaba poniendo la pelota en el manchón penal, salió “la oración” desde el corazón de todo México, el guante de Paco Memo Ochoa, traía la carga de toda una nación, desde el estadio en Catar hasta la vivienda más humilde del país. La etnografía digital de los niños en las escuelas y universidades de todos los estratos sociales, en las calles, en las oficinas, y hasta con la abuelita rezando por “el milagro”, es el retrato social que se observó de norte a sur y más allá de las fronteras; esto se explica porque después de los días de la Independencia, de Muertos, de la Madre, de la Revolución, la celebración de triunfos deportivos es lo que más unidad genera (UVM).

Tras el guante salvador de Paco Memo, y el grito eufórico de millones de mexicanos, aparecieron los memes en distintas plataformas digitales, que como señalan Jacob Bañuelos y Branko Pérez del ITESM, retratan imaginarios sociales mexicanos, en los que se incluye la religión (quién no vio el meme de San Paco Memo), personajes populares, sexismo e incluso racismo, llegando a ser un “sistema de representación de realidad” como apunta Juan Villoro.

Para Villoro, el futbol se ha convertido en un elemento crucial en el día a día mexicano, que incluso llega a expresiones verbalizadas popularmente como: el tradicional “me quedé fuera de lugar” o “me metí autogol”, e incluye también una simbología propia.

Algo de esto se recoge en los Ensayos sobre fútbol y nación en América Latina, de FLACSO, de Roger Magazine, Sergio Varela y Miguel Ángel González; su estudio sugiere que la selección nacional representa para los mexicanos una oportunidad de enaltecer a la nación, pero también para evaluar y criticar al propio país; constituyéndose en una oportunidad de avance hacia una nación exitosa y competitiva internacionalmente, de ese tamaño es el Mundial.

Este estudio muestra que incluso entre quienes no se declaran aficionados al futbol, el Mundial es un evento que resulta atractivo, y que “nos representa a nivel internacional”. Encuentra además que en la selección se palpan símbolos de mexicanidad considerados tanto positivos como negativos, que abarcan el estilo de celebración de los jugadores, su lucha y trabajo duro a pesar de las probabilidades y condiciones desfavorables en contra, la resistencia a la autoridad con “ingenio” o “maña”, el egoísmo ante metas colectivas, así como el conformismo y la “falta de mentalidad” para alcanzar la grandeza, esto último que se traduce en ocasiones, en una auto-representación negativa conocida como “malinchismo”.

Es decir, la propia selección representa un dilema cultural mexicano que se mezcla intensamente. Por un lado, el de lo heroico, los grandes personajes, la fiesta, la convivencia, y por el otro la apatía y la falta de mentalidad ganadora. Hay también una relación con el humor, que se puede observar en los chistes donde los mexicanos derrotan a “los gringos” y a los europeos a través de maña, es decir, lo inferior o vergonzoso, se puede trasladar incluso al humor.

Esta identidad se ve reflejada en “Al grito de Guerra” de León Krauze, en las entrevistas a los jugadores sobre la rivalidad futbolística entre México y Estados Unidos, algo que en sus propias palabras representa más que un solo partido, representa a los propios migrantes mexicanos frente a los “patrones” en Estados Unidos. O también en “Ilusión nacional” de Olallo Rubio, donde reconstruye derrotas y triunfos de la selección, y su impacto en el ánimo social, que se traducen en la ilusión nacional, que cae y se levanta, con el corazón en la mano.

La selección mexicana en el Mundial sobrepasa a cualquier figura política y también es más que sólo futbol, es un reflejo identitario. Hay una temperatura muy característica en estos días y es que a pesar de que el equipo no trae los momios ganadores en la opinión de la gente (Mitofsky), el apoyo es contundente. Para el mexicano, religiosamente “hay que apoyar”; algunos actores políticos se han replegado estratégicamente, o navegado con la corriente mundialista, en este sentido, el Presidente debe aprender que México no gira en torno a él; este fin de semana ha convocado a una marcha en su apoyo, en un ambiente social en que él no es figura central. La maquinaria del Gobierno va a echar toda la carne al asador, seguramente atascará su marcha; pero para el domingo, la unidad, el cántico y la ola nacional de este sábado los habrá rebasado, sea cual sea el resultado.

¡Vamos México! ¡A ganar!

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