Populismo

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Hoy el populismo mexicano grita a los cuatro vientos que lo que sigue para él es un largo periodo de gobierno, que abarcará sexenios; lo dudo mucho. Si bien el liberalismo mexicano necesita repensarse volver a discutir sus principios filosóficos y políticos, y, sobre todo, desculturizarse del populismo estatista que ha adoptado como respuesta ante la falta de ideas.

Una aproximación interesante al populismo es la que hace Grecia Cordero, de la UNAM, en la Revista Mexicana de Sociología de agosto de 2023, ella propone al populismo y neoliberalismo como una izquierda y derecha ideológicas del siglo XXI, en el contexto de la globalización.

Una primera reflexión que hace es la de esta idea extendida entre muchas capas de opinólogos de que hay un “fin de las ideologías”, si bien es cierto que la época protagónica de los partidos ha quedado de lado, también propone que en realidad lo que vemos es una radicalización ideológica.

Entonces su contribución es al debate conceptual, frente a muchas posiciones peyorativas hacia el término y hacia los partidos que buscan el famoso cambio en el statu-quo, o la misma antipolítica, de repente hemos caído en esta idea de que populismo es cualquier cosa que no entendemos. Entonces observa como esta definición de populismo como un “estilo político o estrategia”, en realidad termina por ser un sinónimo de demagogia en sentido peyorativo, que cae en la falsa dicotomía entre legalidad y legitimidad. Ya que esta dicotomía es la de la legalidad que desconoce el demagogo y la del demagogo que desconoce a la legalidad.

Para Grecia Cordero, las coordenadas del debate en el nuevo siglo es, por un lado, un populismo y, por otro, una revolución neoliberal, si bien en este punto coincido en que hay nuevas coordenadas que han roto la linealidad de la simpleza (izquierda-derecha), no observo una “revolución” en el neoliberalismo, lo que coincido es que en el liberalismo existe un nuevo debate sobre sus coordenadas, en lo que entiendo como una especie de reingeniería; por un lado, existe la visión radical, por otro la libertarista y, por otro, la visión liberal reformista que recupera mucho más el sentido clásico del liberalismo democrático. Pero ese es un debate sobre la razón del Estado que aún se da entre los ideólogos y economistas del mundo.

En el caso del populismo hay un llamado a la “conversión espiritual” que es fundamental, “la humildad”, “la austeridad”, “la regeneración” con lo que llaman a “combatir la corrupción” y la “perversidad” de los neoliberales que constituyen una “mafia inmoral” entregada a los excesos del poder. El populismo usa expresiones como “fifis” en México, “los pelucones” en Ecuador, “los majunches” en Venezuela; los “gorilas” en Argentina, del otro lado vemos cómo “el pueblo bueno o la revolución popular” tratan de encarnar el fervor popular.

Parte de la mayor caracterización de Grecia Cordero es que así se están definiendo las izquierdas y derechas en nuestro mundo globalizado. Entonces el populismo es aquí que interactúa como una interfaz local, “compatible con la demanda de resarcimiento y de igualdad por los daños al pueblo marginal virtuoso de los humildes y desposeídos, frente a la corrupción de las oligarquías neoliberales defensoras del privilegio y la desigualdad social”. Pero esto en sí es una ideología no sólo un discurso, para Cordero, esta visión es la del populismo como “revolución de izquierda “como oposición al sistema, mismo que pese a tener una reserva simbólica, pierde límites con el autoritarismo antipolítico, que es incompatible entre fines igualitarios y medios autoritarios. Lo que lo hace incoherente o “centaurico”, cuya cabeza y cuerpo no corresponden.

Ésta es una visión que va más allá de la corriente que sólo considera al populismo como un discurso. Sino que lo describe como una ideología, que, aunque incoherente, moviliza a las masas. Al final, lo “centaurico”, tampoco es sostenible por mucho tiempo.

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