Rodrigo López San Martín

¿Arranca la cacería contra Peña Nieto?

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rodrigo López San Martín 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Después de más de un año en México, vinculado a proceso, pero libre en los hechos, el día de ayer un juez dictó prisión preventiva en contra del exdirector de PEMEX Emilio Lozoya Austin.

En lo formal, la sentencia se da bajo el argumento de que el “criterio de oportunidad”, la figura de colaboración con la que alguien puede evitar la cárcel a cambio de información que ayude a investigaciones más importantes, no puede sostenerse con acusaciones e investigaciones, sino que debe detonar denuncias formales y detenciones contra personajes del primer nivel del gobierno de Enrique Peña Nieto. Además de argumentar un alto riesgo de fuga.

Pero en los hechos, fueron los propios errores y excesos de Lozoya los que pueden haber detonado está determinación. Porque, a pesar de haber sido señalado durante más de un año por la oposición, el Gobierno Federal y el Sistema de Justicia habían evitado ejercer acciones contundentes en su contra, a pesar del poco valor que la colaboración del exfuncionario había aportado a las autoridades.

Por eso, lo que precipitó que hoy Lozoya duerma en un reclusorio fueron sus excesos. Desde hace meses, durante la pandemia, se supo que paseaba por distintas playas mexicanas, ofrecía fiestas y mantenía una activa vida social con total tranquilidad. Pero se excedió. Hace unas semanas, fue captado en uno de los restaurantes más lujosos de la Ciudad de México departiendo con amigos, lo que generó indignación generalizada en la sociedad mexicana.

Lozoya se confió. Creyó que su pacto con el Gobierno Federal era irrompible. Pero no entendió que su cinismo generó la ira del Presidente de la República. Volvió insostenible el pacto y lo obligó a ejercer acciones contundentes en su contra para acallar las críticas.

Porque la combinación que ofreció Lozoya en este año y meses fue su acabose. Ni pruebas contundentes, ni un sano bajo perfil.

Pero más allá de Emilio Lozoya, quizá esta acción en contra del exdirector de Pemex es el banderazo de salida a una nueva etapa en la estrategia de AMLO con miras, en el corto plazo, a las elecciones estatales de 2022, y a mediano, a las federales de 2024.

Porque el presidente, con sus decisiones y sus declaraciones, deja cada día más claro que apuesta por radicalizarse, para reafirmar la simpatía de sus más férreos seguidores, los “duros”, aún a costa de perder el apoyo de un sector más moderado de la población. En sus cálculos, romper el bloque opositor, sumado a asegurar y motivar a sus duros, le asegura una sucesión tersa. Y nada ha

reclamado más ese sector duro del morenismo que venganza contra los protagonistas del sexenio anterior.

Así, tras este episodio, habrá que esperar reacciones de los peces más gordos de la administración 2012-2018, como el exsecretario de hacienda, Luis Videgaray, y el mismo expresidente Enrique Peña Nieto.

Peña Nieto, en particular, cojeó del mismo pie que Lozoya al principio del sexenio, mostrándose en eventos sociales con una vida de lujo junto a su pareja. Y, aunque en los últimos meses ha bajado el perfil, la sed de venganza de un amplio sector del obradorismo debe tenerlo nervioso, porque sería sin duda el plato fuerte de una cena en la que Lozoya, Rosario Robles y hasta Videgaray, son sólo aperitivos.