La crisis del sexenio

ES LA ESTRATEGIA...

Rodrigo López San Martín&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rodrigo López San Martín *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El presidente está golpeado. La investigación sobre la casa en la que su hijo, José Ramón López Beltrán, vive en la ciudad de Houston, Texas, le pega en su centro de gravedad.

Más allá de que se confirme o no un delito o ilegalidad, lastima el centro de su discurso y, sobre todo, de su posicionamiento: la austeridad.

A lo largo de toda su trayectoria política, Andrés Manuel López Obrador ha presumido una vida austera y un rechazo permanente a los lujos y extravagancias a los que la clase política mexicana nos acostumbró.

En un principio, pareció que la estrategia era dejar pasar el ataque. Desacreditar la investigación como un intento más de golpearlo a él y a su movimiento. Pensando, quizá, como pasó con los videos de sus hermanos recibiendo dinero que, al no estar directamente él implicado, los ataques se diluirían con el paso de los días.

Pero eso cambió. AMLO se dio cuenta que, al involucrar a uno de sus hijos, el escándalo provocado no desaparecería en el tiempo. Que necesitaba una respuesta contundente.

Entonces, decidió doblar la apuesta. No sólo desacreditó al periodista que publicó la investigación, sino que exhibió sus ingresos e incluso pidió al Instituto Nacional de Acceso a la Información, que publicara “las percepciones, los bienes y el origen de la riqueza de Carlos Loret, sus socios y familia”.

Esto, naturalmente, le abrió un frente con la oposición y con la prensa misma, que ha protestado por el asedio que, desde el poder, AMLO encabeza en su contra.

¿Qué busca el presidente echando leña al fuego de este nuevo conflicto?

Para entenderlo, es importante recordar que este conflicto se da en medio del proceso de Revocación de Mandato, que la oposición ha despreciado.

Si bien su triunfo en este proceso se antoja cómodo, para que la revocación tenga validez, requiere la participación del 40 por ciento del padrón electoral. Lo que se ve difícil.

Pero no es lo mismo que su triunfo se dé con una participación del 10 por ciento del padrón, que hacerlo con 20 o 25. La participación masiva de los ciudadanos legitimaría el resultado, más allá de que se alcance el umbral que lo volvería vinculante.

Pero el presidente no debe equivocar su cálculo. Él y su familia están al centro del debate. Y si, como parece, no hay una explicación clara y contundente a la casa en la que vive su hijo, el escándalo tendrá un costo muy alto. Quizá no para la Revocación, pero sí para las elecciones estatales de 2022, 2023 y la elección presidencial de 2024.

Hoy, la oposición tiene el símbolo que buscaba. Al personaje, José Ramón, que es imposible de desvincular del presidente. Y la respuesta de AMLO que puede encender las alertas y motivar la participación de millones de mexicanos que comparten con ellos el temor del fortalecimiento de un régimen que muestra cada vez más su disposición a romper con el orden democrático para sostenerse.

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Rafael Rojas