¿Está listo Maduro para aceptar una derrota?

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El 28 de julio habrá elecciones presidenciales en Venezuela. Por varias razones, la sola cita tiene al mundo en vilo. Por una parte, está la capacidad de articulación de la oposición para ganar las elecciones y enfrentar la maquinaria de apoyo estatal; por otro, están las expectativas de la salida de Nicolás Maduro del gobierno. Pero, más complicado que lo anterior, es el proceso de transición de un régimen a otro.

En los últimos días, hemos visto marchas multitudinarias convocadas por la oposición; ajustes en la selección de los candidatos —de María Corina Machado, a Corina Yoris a Edmundo González Urrutia— con tal de poder participar en la elección; de resistencia frente a los embates de la maquinaria estatal. Las encuestas, por su parte, señalan una intención de voto de 50% favorable a González Urrutia, mientras que le dan 25% a Nicolás Maduro.

En ese sentido, la oposición hizo su labor. Y, de continuar con ese impulso, estaríamos viendo el final del delirio chavista, que derivó en la pesadilla del periodo de Maduro.

Me cuesta trabajo imaginar a Nicolás Maduro dejando el poder; tampoco visualizo a Diosdado Cabello o alguno de los otrora súper poderosos del chavismo diciendo adiós a sus privilegios y con la posibilidad de enfrentar sus tropelías. No.

La supuesta defensa de la revolución chavista les permitió enquistarse en el poder. Basta recordar que en las elecciones de 2019, más de 50 países reconocieron el triunfo de Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela. Tras meses de tensiones parlamentarias, Guaidó tuvo que abandonar su país y todavía hoy lo persigue el gobierno de Maduro.

Con estos antecedentes, mucho me temo que, de ganar la oposición, ni la aceptación de la derrota, ni el proceso de transición serán sencillos. Todo lo contrario. Maduro lleva años construyendo la estructura jurídica para desalentar cualquier tipo de reclamo, protesta o impugnación de los resultados electorales.

Además, el oficialismo mediático juega un papel importante; el mensaje que busca colocar el oficialismo entre los venezolanos habla de “una victoria arrolladora, esplendorosa”. Y eso no hace más que anunciar un ataque institucional, ya sea descalificando de último momento al candidato o mediante algún artilugio en el sistema de conteo de votos.

Por ello, no sorprende el llamado del presidente Lula da Silva, de Brasil, para pedir que “los resultados de las elecciones en Venezuela sean reconocidos por todos”. Lula sabe que los antecedentes, el proceso, los resultados y la transición estarán controlados por el gobierno que, dado el caso, debería aceptar su derrota y honrar el compromiso democrático con una transición ordenada. Todo ello, en beneficio de los propios venezolanos y de la estabilidad de la región.

Se aproximan días de tormenta a Venezuela; pero que no se nos olvide que según la Biblia, los vientos y las lluvias son una bendición.