Las llaves de la dictadura

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El 1 de julio de este año, la Corte de Justicia estadounidense resolvió el caso Trump vs United States, presentado en octubre de 2023; Trump buscaba inmunidad absoluta en el proceso penal por sus intentos de anular las elecciones presidenciales de 2020 y su colaboración en la insurrección del Capitolio del 6 de enero. Y lo obtuvo.

La sentencia tuvo seis votos que favorecían al expresidente —todos jueces conservadores, tres de ellos designados por el propio Trump— y tres en contra.

Contrario al espíritu de las leyes estadounidenses, que se ufanaban en decir que no había nadie por encima de la ley, los jueces Clarence Thomas, Samuel Alito, Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett consideran que el presidente de Estados Unidos puede hacerlo; lo escribieron en los siguientes términos: “Concluimos que bajo nuestra estructura constitucional de poderes separados, la naturaleza del poder presidencial requiere que un expresidente tenga cierta inmunidad contra el procesamiento penal por actos oficiales durante su mandato”.

Pero eso es un galimatías que se aleja de los principios de la democracia: igualdad de todos los ciudadanos frente a la ley. Además, la separación de poderes no es razón suficiente —ni de ningún tipo— para eximir a un ciudadano de sus responsabilidades; con más razón, cuando se trata de orquestar una insurrección.

Las juezas liberales Sotomayor, Kagan y Brown Jackson señalaron su desacuerdo en términos tajantes, pues creaba una “zona libre de ley alrededor del presidente”: “Cuando utilice sus poderes oficiales de cualquier manera, según el razonamiento de la mayoría, ahora quedará aislado de un proceso penal. ¿Si ordena al equipo Seal Team de la Armada que asesine a un rival político? ¿Inmune? ¿Si ordena un golpe militar para mantenerse en el poder? ¿Inmune? ¿Si acepta un soborno a cambio de un indulto? Inmune, inmune, inmune. En cada uso del poder oficial, el presidente es ahora un rey por encima de la ley”, añadió la jueza Sonia Sotomayor.

¿Cómo fue que la Corte pudo llegar a esa decisión? Tras la muerte del juez Scalia, en febrero de 2016, el presidente Obama propuso al juez Merrick Garland como candidato para ser el noveno ministro de la Corte. Los senadores republicanos, en una actitud poco conciliadora y en contra de la práctica política imperante hasta entonces, impidieron las audiencias y desecharon la candidatura de Garland.

Con ello, garantizaron que Trump eligiera al nuevo ministro con la intención de inclinar la Corte a su favor. Así, llegó la nominación de Neil Gorsuch, un juez más conservador que el fallecido Scalia, paladín de los derechos de las empresas, servidor de los intereses de Trump. Así, de a poco, se fue creando una Corte a modo, que ha dejado desprotegidos a los estadounidenses comunes.

Históricamente, los jueces han sido quienes le plantan cara a las locuras de los presidentes, impidiendo que las democracias se conviertan en dictaduras. Con esta sentencia, la Corte le ha entregado las llaves de la dictadura a Donald Trump.