Réquiem por Navalny

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Hace unos días, supimos de la muerte de Alexei Navalny, el principal opositor político del Gobierno de Vladimir Putin. Nalvany se destacó como líder en la organización de manifestaciones callejeras y expuso la corrupción gubernamental y empresarial en Rusia, a través de plataformas en línea como su blog en LiveJournal y el sitio web RosPil.

De acuerdo con información oficial, Nalvany se desplomó tras dar un paseo breve en el penal de Siberia en el que estaba preso. A pesar de los esfuerzos de resucitación, Nalvany no recuperó el conocimiento y falleció.

La noticia conmocionó a la comunidad internacional. El presidente Joe Biden responsabilizó al Gobierno de Rusia de la muerte del opositor y sentenció que: “No cabía duda de que Vladimir Putin era el culpable”.

Por su parte, Yulia Navalnaya, esposa del activista y bloguero, acusó a Putin de haber asesinado a su esposo y, además, de intentar acabar con la resistencia a su gobierno y al Kremlin. La familia no ha recibido aún el cuerpo y hay mucha desconfianza por los ataques previos que Nalvany había recibido.

No se puede perder de vista que el 27 de abril de 2017, lo salpicaron en la cara con un líquido antiséptico de color verde. El ataque le causó daños en la visión de un ojo.

Además, el 29 de julio de 2019 sufrió una reacción alérgica aguda, según los análisis oficiales reportados por la agencia de noticias de Rusia TASS, mientras cumplía una condena de 30 días bajo custodia en un recinto policial. Los activistas internacionales y la opinión opositora rusa señalaron un intento de envenenamiento, pero nunca pudo ser comprobado.

El 20 de agosto de 2020 hubo otro intento más por acabar con la vida del bloguero. Durante un vuelo de Siberia a Moscú, Navalny cayó en coma y se sospechó que había sido envenenado. A petición de su esposa, el presidente Vladimir Putin autorizó que la ONG The Cinema for Peace Foundation enviara un avión que lo llevara a Alemania para recibir tratamiento médico. Un mes más tarde, el Gobierno alemán anunció que Navalny fue envenenado con un agente neurotóxico perteneciente al grupo novichok que ya había sido utilizado en otros ataques espías rusos.

Después de recuperarse, Navalny regresó a Rusia en donde enfrentó acusaciones falsas, juicios a modo; finalmente, fue encarcelado en “Lobo Polar”, en donde padeció otras violaciones a derechos humanos.

En el video de TikTok, Yulia Navalnaya se veía afectada, no podía ser de otra manera. Pero su imagen mostraba una fuerza inusitada, la de quien lo ha perdido todo por una causa y no está dispuesta a dar un paso atrás: “Al matar a mi esposo, Putin mató a la mitad de mi corazón y la mitad de mi alma, pero todavía tengo la otra mitad, y me dice que no tengo derecho a rendirme. Continuaré el trabajo de Alexei Navalny; seguiré luchando para nuestro país; quiero vivir en una Rusia libre, quiero construir una Rusia libre”.

Las convicciones y las palabras de Navalny le costaron la vida. Que su muerte nos recuerde el temor que le tienen los pusilánimes a la verdad de nuestras voces.

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Montserrat Salomón