Valeria Villa

Culpa útil. Culpa inútil.

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
Valeria Villa
Por:

Si tan sólo pudiéramos sentir el tipo de culpa que sirve, que nos empuja a pedir perdón, a reparar, a hacernos responsables de las consecuencias de nuestros actos. La que es inútil y además estorba la vida, es la que destruye y se manifiesta como deseos de autocastigo, como culpa omnipresente que hace imposible distinguir cuáles son las cosas de las que sí hay que hacerse cargo. La culpa es una emoción compleja, pero también un estado que se expresa diciendo soy culpable en relación a un pensamiento, una fantasía, un acto, un deseo. Es interpersonal, referida a los otros, pero también puede ser intrapersonal —una neurosis privada— cuando sufrimos por no haber cumplido con los ideales del yo. La culpa inútil es la que no se reconoce, la que queda reprimida por la incapacidad de ver aspectos destructivos en una misma sin sentir que se aniquila lo bueno que hay dentro. La culpa es la emoción congruente cuando lastimamos a los demás. Es aceptar agencia e intención. Es una capacidad que algunos no tienen, porque si se asoman a su lado destructivo, sienten que se aniquila lo que de bueno tienen.

Las distintas tradiciones psicoanalíticas explican la culpa de modos diferentes. Hay definiciones mínimas pero es imposible abarcar todas las situaciones que la producen. Freud la entiende como defensa, inconsciente, agresión reprimida (quedó olvidado su origen), reflejada en una tendencia al masoquismo. Klein la describe como consecuencia de la capacidad de preocuparse por haber lastimado al otro. Una ansiedad depresiva que lleva al intento de reparación. Bion habla de la culpa sin objeto, una culpa difusa, como una condición atmosférica del ser. Fairbairn dice que es una defensa moral, una defensa omnipotente y su origen es el rechazo de los cuidadores. El niño crece convencido de que es su culpa que no lo quieran, que todo es su culpa. Como bien sabemos, la reacción de los padres a los logros y fallas de los hijos es muy importante en el monto de culpa con el que se vive. Yalom habla de la culpa ontológica o existencial que surge de fallarse a uno mismo, de desperdiciar los talentos que se tienen.

La culpa es una emoción madura, es un proceso interno, con referencia a valores internalizados que se han roto. La vergüenza es un proceso externo: con referencia a valores externos o a estándares de otros. Es narcisista, porque no se hace nada más que sentirse mal, cosa que no le beneficia a nadie. La culpa no identificada es un sentimiento que perfora la mente, que si se asocia a la idea de pecado y expiación, puede derivar en una defensa maniaca como los fanatismos religiosos y las sectas. También existe la culpa narcisista, que se usa para sostener un estilo caracterológico. Yo soy el único que puede soportar toda esta culpa, dice Edipo Rey, el personaje de Sófocles. A algunos se los come ese personaje que se culpa de todo y en ello encuentra una extraña superioridad de creer que todo lo que sale bien o mal se debe a sus acciones. Cuando lastimamos a otros podemos ignorarlo, colapsar y paralizarnos (derrotarnos) o tratar de reparar. La última opción es la única que hace de la culpa una emoción útil para el cuidado de los vínculos que realmente valoramos.