Decir la verdad en Bumble

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Una cantidad significativa de amigas y pacientes usan las aplicaciones para ligar como Tinder y Bumble de manera cotidiana. Es lo normal tener una cuenta ahí, subir unas fotos, escribir qué se busca, describirse un poco. Qué busca la gente en estos sitios es muy variable. Nada serio, sexo casual o una relación. Las aplicaciones tienen filtros así que se puede elegir rango de edad, intereses, ubicación, nivel de escolaridad, etc.

Conozco un par de casos de éxito casi rotundo: una pareja hetero que se clavó en la primera cita, que dieron de baja la aplicación y que siguen juntos a la fecha.

Otra pareja de mujeres que se enamoraron, que están juntas y llenas de planes para el futuro.

Pero la gran mayoría de las historias terminan en decepción, en ghosteo, en descubrir que se estuvo saliendo con un mentiroso profesional que estaba casado o tenía una novia de años. Últimamente he escuchado historias similares de mujeres que salen con un tipo que dice ser soltero, pero que además de eso, dice doscientas mentiras más para sostener el interés el tiempo suficiente como para llegar a la cama. Creo que la transparencia es algo escaso en estas aplicaciones, donde hay cientos de miles de personas de las que no se sabe realmente nada, pero de todas formas se utilizan y se deposita algo de fe en que tal vez se encuentre una aguja en un pajar o un vestido fantástico en una tienda de descuentos. Yo misma le he sugerido a alguna amiga que las use como una opción más para conocer gente nueva, para salir del círculo social que siempre está muy reciclado y en donde es difícil conocer a alguien.

La verdad es que después de escuchar muchas historias parecidas, pienso que jamás le volvería a recomendar a una amiga que las use. Estas apps usan el mismo mecanismo de todas las redes sociales. Se pueden pasar horas y horas viendo el catálogo de hombres y mujeres, leyendo sus pequeñas biografías, revisando con lupa las fotos, etc. Es un trabajo de tiempo completo, me dijo una paciente alguna vez.

Estas aplicaciones son una decepción que va creciendo conforme se va desgastando la ilusión de lo nuevo. La promesa de encontrar una pareja sexual o una relación seria desde la comodidad del sillón de la casa parece no estarse cumpliendo casi nunca. También escucho gente que las usa sólo para levantarse tantito el ego. Recuerdo a alguien que contaba que había hecho 439 conexiones en una sentada, como si significara algo. Mucha gente no tiene ningún interés en vincularse, ni en salir a una cita, ni en tomarse el tiempo de conocer a la otra persona. La mayoría de las veces, todo queda en algo virtual que se diluye rápidamente.

Aunque suene a tía católica panista, creo que si la gente elige usarlas, debería decir la verdad sobre su vida sentimental. Qué maravilla sería que alguien dijera “estoy casado pero quiero salir contigo a veces, ¿te interesa? Sería mucho más ético y así cada quien decide. Si la gente queda de verse, debería llegar a la cita, es la mínima decencia. Si no te gustó la persona, se lo dices en un mensaje, en vez de decirle que luego organizan una nueva salida cuando no hay ninguna intención de hacerlo.

Romperse el corazón por algo que empezó en una app de citas debería ocurrir cada vez menos porque cada vez más queda claro que no funcionan. Que el algoritmo funciona como todos los demás, buscando que consumas y consumas. ¿Dónde estaría el negocio si se pudiera encontrar una relación bonita al primer intento?

También puedes escuchar la columna aquí.

Decir la verdad en BumbleDecir la verdad en Bumble