Valeria Villa

Fantasías homicidas vueltas realidad

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En Estados Unidos ocurre una guerra interna provocada por la descontrolada venta y portación de armas. Tan solo en 2022, suman 27 los tiroteos escolares. Los argumentos que aparecen después de las tragedias, que cobran cientos de vidas cada año, afirman que la violencia con armas es causada por la enfermedad mental, que el diagnóstico psiquiátrico puede anticipar crímenes, que los tiroteos son actos de personas solitarias que padecen una enfermedad mental y que el control de armas no detendrá los asesinatos. La enfermedad mental siempre ha estado estigmatizada y la salida más fácil para explicar los asesinatos masivos es colocar toda la responsabilidad en el individuo y su familia, dejando de lado el contexto social y por encima de todo, el acceso a la compra de armas de asalto para ciudadanos comunes y corrientes. Dicen lo más radicales que las armas no matan pero los enfermos mentales sí.

Por qué Salvador Ramos, de 18 años, planeó un asesinato masivo, es un enigma no fácil de resolver. De acuerdo al testimonio de una joven alemana que estuvo en contacto con él a través de una aplicación para hacer amigos, él le había contado que tenía un secreto, luego le mostró las armas que había comprado y su último mensaje decía que le había disparado a su abuela y que iría a disparar en una escuela primaria. Entró cargando dos rifles y mató a 19 niños y dos maestras de la comunidad de Uvalde en Texas. Los defensores de la portación de armas culparán a la familia por disfuncional, enfatizarán una mala relación con la madre y hablarán de enfermedad mental, como lo hicieron después de la masacre escolar de Sandy Hook, ocurrida en 2012, atribuyéndola a la esquizofrenia sin diagnosticar del agresor, Adam Lanza. Cualquier rasgo de personalidad o motivación que haya llevado a Salvador a asesinar, se ve potenciado por la posibilidad de comprar armas automáticas. Si no hubiera acceso a rifles de asalto, todas estas tragedias se habrían evitado.

Es difícil empatizar con alguien que ha asesinado a niños y profesores, pero también es necesario entender qué los lleva a actuar de esa forma. Muchos de los agresores son estudiantes o lo fueron y suelen atacar las escuelas en las que estudiaban. En su gran mayoría son adolescentes o adultos jóvenes. Muchos tuvieron vidas difíciles, plagadas de abuso físico y emocional, inestabilidad familiar, padres violentos, ausentes o alcohólicos y muchos luchaban con problemas psicológicos como depresiones profundas y paranoia. Estudios realizados por el FBI han encontrado que se sentían desesperados antes de los ataques. La salud mental no es la causa de los tiroteos. Sólo un muy pequeño porcentaje de muchachos con problemas psicológicos se convierte en asesinos escolares, pero son un factor de riesgo. Muchos se sintieron excluidos y rechazados y esto se asocia con altos niveles de ansiedad, depresión, agresión y conducta antisocial. Casi tres cuartas partes fueron acosados en la escuela. La marginación es un factor de riesgo muy alto porque no hay nadie cerca de ellos. Muchos deseaban que alguien los matara o matarse. Algunos de los perpetradores habían estado deprimidos y suicidas antes de los tiroteos. Casi la mitad se suicida durante los ataques. La desesperación y la soledad se convierten en rabia y después aparecen los pensamientos homicidas, que comienzan como una fantasía de venganza, pero el factor de riesgo más alto es el acceso a las armas, que hace que estas fantasías asesinas se vuelvan realidad.