Valeria Villa

Las neurosis de hoy

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

No es lo mismo un problema que un conflicto. Un problema se resuelve llamando al plomero, al carpintero, llevando el auto al mecánico. Un conflicto se refiere a un problema que sólo se resuelve cambiando internamente. Como dejar de beber o de consumir otras drogas. Suponemos que la persona que dejó su adicción, trabajó en su mundo interno: entendió la función de la sustancia en su vida, encontró otras fuentes de placer o tal vez otras formas de sentirse cómodo en su vida social o hizo algunas conexiones que le permitieron cuidarse más y destruirse menos, pero tuvo que hacer un trabajo mental para resolver un conflicto y dejar de beber.

Neurótico es quien siempre deja sus conflictos sin resolver y que está nervioso en su vida diaria. Que es un manojo de nervios. También describe a alguien que duda como forma dominante del pensamiento. Duda de todo y así no tiene que decidirse por nada. Utiliza varias estrategias para no cambiar ni resolver lo que lo aqueja:

Posterga, porque cree que ya habrá tiempo para hacer las cosas, para hacer esa llamada, esa visita o para tomar esa decisión. Tal vez regresa después de un par de años a retomar una relación amorosa que abandonó. Regresa diciendo que ya lo pensó y que ahora sí se quiere quedar y comprometer, pero el tiempo pasó y parece que no se dio cuenta.

Las generaciones actuales han ganado libertad para desear, al distanciarse de los ideales institucionales como tener una religión, casarse, procrear hijos y algunos otros. También puede ser que se hayan perdido en el tiempo y que crean que a los 30 o 40 todavía son muy jóvenes para saber qué quieren hacer con sus vidas. Dejan cosas a medias, cambian de rumbo constantemente, culpan a los otros o a la precarización laboral de sus circunstancias y así se les escurre el tiempo.

Otra cara de las neurosis de hoy es vivir preocupado por todas las cosas por hacer. Muchos empiezan el día repasando mentalmente los pendientes y se persiguen porque es imposible cumplirlos todos. Cumplir es la zona más alejada del deseo y más cercana a la obsesión. Los neuróticos de hoy han enloquecido un poco más con la tecnología porque es más difícil que nunca tomarse un tiempo, poner distancia del trabajo o de las relaciones. En la virtualidad el tiempo se vuelve elástico y se pueden contestar mails de trabajo durante las vacaciones o los domingos por la tarde. Es una pérdida cultural no poder pausarlo todo para irse a descansar, para practicar el arte de perderse.

Las neurosis contemporáneas cobran el rostro de obsesiones: mucha gente se define como muy exigente, muy responsable. Pero más que responsabilidad, se trata de no poder dejar de hacer porque aparece la angustia de que todo colapsará. Los neuróticos contemporáneos están muy cansados, porque no saben detenerse y sólo se siguen de frente trabajando y trabajando. Casi está mal visto no hacer nada el fin de semana porque hay que consumir, disfrutar como por obligación, hacer algo. Lo que sea, pero hacer.

El neurótico estándar de estos tiempos piensa en el amor como otra experiencia que tiene que convenir: si el otro me suma como ser humano, si con el otro puedo explotar todas mis potencialidades. El amor como otra experiencia para consumirse y quizá después cambiarse por una más nueva o aparentemente mejor.

Las neurosis de hoy son mucho más ansiosas que angustiadas, porque la angustia es un afecto interno, una duda existencial, una encrucijada a la que se llegó y frente a la que hay que elegir. La ansiedad, por otro lado, es externa, basada en el acto, lejana a la introspección. Es hacer y hacer cosas y al final no saber para qué, con qué sentido, más allá de ser una maniobra para no estar presente ni con uno ni con los demás.

Los neuróticos de hoy se sienten muy solos pero no saben cómo conectarse más allá de las redes sociales. Las llamadas de teléfono y los encuentros cara a cara los hacen sentir invadidos. Tal vez se quedaron sin tiempo para conocer mejor a alguien o para cuidar a los que ya están en su vida.