Valeria Villa

Pedirle menos al amor

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa
Valeria Villa
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Reseñé en las columnas “Elogio de lo incierto (I)” y “Elogio de lo incierto (II)” el libro de Alexandra Kohan, Y sin embargo el amor. Rescato las siguientes líneas: Se trata de un amor un poco más allá del narcisismo. En la relación amorosa, no se trata de dos sujetos, sino de dos posiciones: un sujeto y un objeto. En las dos posiciones de sujeto en el amor no hay pareja posible: una pareja es un intento por abolir la singularidad, la imparidad, la disimetría.

La vivencia del amor cambia de modo radical, dependiendo del grado de narcisismo de quienes forman una pareja. Amar es entender que no todo es posible y que la realidad no confirmará nuestras fantasías de cómo debe verse el amor. Quien nunca evolucionó de la posición narcisista infantil de sentirse el centro del mundo, no podrá amar de un modo responsable. Está de moda hablar de responsabilidad afectiva, que también podría definirse como la responsabilidad compartida en el tipo de relación que se construye. Hacerse responsable es tener en cuenta la realidad del otro. Es distinto de la empatía, que es más popular aunque también es una idealización, porque es imposible ponerse en el lugar del otro, que ocupa un lugar irrepetible en el mundo y cuya subjetividad es intransferible. Lo que sí es posible es tener en cuenta al otro para decidir cosas que afectan a ambos. Cumplir lo mejor que se pueda con las promesas y pactos que se hacen para cuidar el vínculo. El antónimo de amor es narcisismo. Un sinónimo de amor es otredad. Amor podría significar aceptar al otro y renunciar a la simetría y armonía perfecta. En el mundo de las ideas sobre el amor, pueden encontrarse totalitarismos como el sometimiento de las mujeres a los hombres en la ideología heteropatriarcal, pero también pensar en la responsabilidad afectiva como un manual que requiere cumplimiento estricto, puede convertirse en una tiranía. Freud nos ha dicho que quizá deberíamos aceptar que un poco de miseria en la vida es inevitable, que nunca podremos ser colmados en nuestros anhelos de felicidad inmaculada, que ser un poco infelices está bien.

La pareja pandémica se enfrenta a retos inéditos por el confinamiento. Podría ayudar moderar las expectativas y aumentar la comprensión y la bondad. Todos estamos haciendo lo que podemos para sobrevivir psíquica y físicamente a este caos de enfermedad y muerte. Hoy más que nunca, las parejas pueden hacer acuerdos modestos de convivencia, de cuidado mutuo, de tolerar los días malos, las tristezas y angustias del otro y pedirse menos. La demanda, la exigencia, el pedir siempre un poco más del otro, acaba por convertir al amor en trabajo forzado. Hay que pedirle menos al amor, esperar menos de él, recibir y dar lo que se pueda, hacer pactos temporales, vivir al día, dejar los planes grandiosos a un lado y alegrarse de contar con otro dispuesto a tolerar nuestros defectos y limitaciones.

Dice Federico Falco (Los llanos, Anagrama, 2020): Estar con otro es difícil. Estar con otro es un trabajo, un esfuerzo. Entender, o no entender, o tratar de entender. Lo que uno piensa que uno es. Lo que el otro cree que uno es. Los deseos y las ganas propias. Los deseos del otro.